Los alumnos de Refuerzo de Lengua de Primero nos quieren sorprender, y van a contarnos sus sueños y sus transformaciones tan particulares. Con
mucho esfuerzo hemos conseguido estos pequeños relatos, seguro
que os gustan.
¿Qué
pasaría si fuera un billete?
Aquella
mañana de verano me desperté a las nueve con ganas de ir al baño,
pero, cuando intenté levantarme, vi que no tenía ni pies ni
cabeza—aunque la cabeza la tenía muchas veces perdida—ni cara,
ni cuerpo, ni brazos, ni manos. Sentí que no valía nada.
No
pasó mucho rato cuando mi madre se acercó a mi habitación, como
hacía cada día para cerciorarse de que me había levantado. No me
vio en la cama, pero justo en mi lugar había un billete de 500
euros. Se quedó estupefacta. Un billete por una hija, pensaría para
sí misma. Se preguntó en voz alta—y eso sí que lo podía oír--
dónde estaba yo y qué hacía aquel billete ocupando mi lecho, mi
lugar, mi espacio; quién lo habría llevado allí. Fue al cuarto de
mi hermana para preguntarle dónde estaba yo, dónde ...me había
metido. Pero mi hermana hacía unas diez horas aproximadamente que no
me veía, justo las horas que llevaba yo en la cama.
Mi
madre, en vista de que no sacaba ni una palabra a mi hermanita,
volvió a mi habitación para coger el billete , pero cuál no sería
su sorpresa que ya no lo encontró, porque ahora estaba yo de nuevo
allí, entre las sábanas, en cuerpo y alma. ¡Por fin podría ir al
baño!
No puso muy buena cara, y eso me desagradó bastante. ¿Acaso no
valía yo más de 500 euros? ¿O el cambio era el mismo? Estoy segura
de que salimos ganando con mi regreso, ¿verdad, mami?
Natalia
Herrera Díaz ( 1º ESO A)
¿Qué
pasaría si fuera un diccionario?
Había
estado estudiando toda la noche, porque tenía un examen de inglés,
y no entendía nada. Tenía a mi lado el dicconario y comencé a
pensar que si fuera un diccionario sería el más listo del mundo,
tendría todos los conocimientos en mi cabeza.
Me
quedé dormido y comencé a sonar: yo ya no era yo, era un libro
inmenso que abrían y cerraban muchas personas; me preguntaban una y
otra vez, y después de tanto molestarme me seguían consultando. Era
algo agotador.
Pasé
la peor noche de mi vida y no querría volver a ser diccionario,
aunque eso significara ser el más listo del mundo. Nunca más he
soñado nada igual.
Daniel
Rivero (1º ESO A)
¿Qué
pasaría si perdiera mi boca?
Aquella
noche había sido demasiado larga, o ,al menos eso me había
parecido a mí. Me desperté sorprendido por mi mal humor, no había
descansado nada. Mi padre estaba acostado aún y le dije a mi madre
que me iba al sillón a ver la tele (me encanta ver los dibus cuando
me levanto por la mañana). Cuando pasó más de una hora llegó mamá
al salón y quise hablarle, movía los brazos, la cara, pero no salía
ni un solo sonido de mi boca. Más tarde llegó mi hermano, y él ,
igualmente, hacía oídos sordos a lo que yo intentaba decir. Yo no
entendía nada, nadie podía oírme por mucho que yo lo intentara.
A
la mañana siguiente, cuando era la hora de comer, me senté a la
mesa con toda mi familia—tenía mucha hambre-- pero no podía
comer:me había desaparecido la boca. No sabía qué era peor, si no
poder hablar, o no poder comer.
Cuando
desperté me toqué angustido la boca, la cara. Tenía un apetito que
no podía entender, como si llevara cuatro días sin poder abrir la
boca, ¿qué boca?. Sí, mi boca. Ya la podía abrir y hablar. De
tanta hambre que tenía me comí un pollo asado yo solo.
Marcos
Alexis Cabello Pérez (1º ESO A)
¿Qué
pasaría si fuera un canario?
Era
una mañana muy tranquila, se respiraba el aire fresco de la
primavera. Me levanté de la cama, pero mis piernas apenas podían
soportar el peso de mi cuerpo, eran unos minúsculos palillos de
dientes. Sentí mi cuerpo distinto, con otro tacto, todo cubierto de
plumas; en los extremos, mis brazos ya no eran brazos, eran un par de
alas; y un pico pequeño y juguetón sobresalía de mi cara. Todo
esto metido en una jaula y disfrutando del sol de la mañana.
Empecé
a cantar, pues hablar no podía, mi pico me impedía articular
palabras. Era el canto de un canario, un hermoso y melodioso canto.
Cuando mi madre llegó a mi habitación, no había nadie. Pasó por
el patio y yo quise dirigirme a ella, pero, como ya he dicho, no
podía hablar, así que solo pude cantarle una canción que ella me
cantaba cuando yo era pequeño. Entonces me reconoció. Sí, mamá,
SOY YO.
José
Antonio (1º ESO A)
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