UNA TORMENTA CUALQUIERA
Una mañana otoñal, tras dormir poco, me di cuenta de que me había
despertado en un lugar distinto a mi habitación. Bueno, realmente no estaba en
mi casa ni en ninguna otra, estaba en, ¿cómo explicarlo?, era más bien un
conjunto de nubes que cubría todo mi pueblo. Y no unas nubes normales, era…!
una tormenta¡. Estaba cubriendo todo el
pueblo. Veía mi casa, la de mi vecino y muchas otras también. Observé que mi padre
estaba recogiendo la ropa que antes había tendido en el jardín. Intenté
mandarle señales y, al intentar hablar, expulsé una potente ráfaga de viento
que le dejó caer. Se apresuró para meterse de nuevo en casa y no volvió a
salir. Formulé la idea de que aún estuviese soñando, aunque es extraño
plantearse eso dentro de uno. Me sentía poderoso, aunque echaba en falta a mi
familia. Cuando me entraba hambre, absorbía gotas de agua; sin embargo, no
saciaban demasiado mi hambre. Probé a lanzar un rayo en el campo y me sorprendí
debido a que había despejado una gran área de hierba. Mientras observaba las
calles, me fijé en que había algún que otro póster con mi cara, donde se
informaba de mi desaparición. Esto me produjo nostalgia y tristeza, y solté un
rayo de rabia e indignación sin querer hacerlo. Le di a una farola que cayó
instantáneamente sobre un coche, afortunadamente, no tripulado. Me arrepentí y
quise irme. De pronto una ráfaga de viento me expulsó de las nubes y aterricé
en mi cama. Sentí frío por todo mi cuerpo, me sobresalté y me levanté de golpe.
Mi madre vino y me dijo que me despertase, que estaba en las nubes (nunca mejor
dicho). Todo había sido una horrible pesadilla.
Rubén Izquierdo Sánchez
UNA HISTORIA PARA EL RECUERDO
Un día, al despertarme, sentí mucho
frío. Cuando por fin pude abrir los ojos, me di cuenta de que estaba pegada en
una pared. Desde aquella posición solo podía ver un banco en medio de una
plazoleta vacía. No sabía qué pasaba, solo podía sentir frío. No me podía mover
ni hablar, y a duras penas podía ver. Sentía que pasaba el tiempo y que yo no
podía hacer nada.
Cuando empecé a desesperarme,
apareció un niño pequeño y me cogió en su mano. Me estrujo tan fuerte que
sentía que se me doblaba el cuerpo a la mitad. Después de un rato, llegué a
otro sitio. No sabía dónde estaba, pero por fin sentí que me podía mover. Me dolía
todo el cuerpo después de haberme llevado tanto tiempo quieta. Creo que incluso
habían pasado días. Estaba debajo de una puerta, justo en la entrada de una
casa. Me deslicé hacia el baño. Al rato llegué
frente a un espejo y me vi por primera vez…¡¿ERA UNA CARTA!?. No podía ser
posible. De repente, pensé en mi familia. ¿Pensarían que había desaparecido? ¿Estarían
bien?
Pensé en el camino hacia mi casa,
pero claro, no sabía dónde estaba. Tuve la idea de que, si era correo para la
persona de esa casa, tarde o temprano me abrirían y a lo mejor podría salvarme.
Pasaron días, incluso semanas. Yo solo pensaba
en mi familia. Y además solo podía comer cosas pequeñas. Al fin, una mujer entró y me abrió. Solté un
grito tan fuerte que se dio la vuelta. Le expliqué mi historia y, resultó ser
una hechicera muy famosa. Me volvió a convertir en mi yo anterior y volví con
mi familia. Nadie supo nunca lo que había pasado realmente, y creo que era una
historia tan rara que nadie me creería.
SARA
LÓPEZ SANTOS,1B
NOS CONVERTIMOS EN OBJETOS
Una mañana, tras un sueño
intranquilo, me desperté y no sentía nada y me di cuenta de que era una goma de
borrar. Varias preguntas recorrían mi mente: ¿Dónde estoy?¿Por qué no soy yo? Y
me di cuenta de que estaba sobre una mesa. Había una niña que era mi hermana
y le intenté decir algo, pero no me escuchaba. A la mañana siguiente me
cogió y me llevó dentro de un estuche donde me chocaba con los demás
objetos. Me dolía mucho. Posteriormente llegué
al colegio y mi hermana empezó a borrar conmigo. Me quemaba mucho cuando me frotaba contra el papel. Pero
paro de borrar y dije: ¡por fin! Pero el alivio duró poco tiempo; después
otra vez igual. Cuando borró por última vez me rompí y dije: ¡ah! pero…. Nadie
me escuchó y siguió borrando hasta que me gasté y creía que había dejado de
existir. En ese momento me desperté. Había sido
el peor sueño de mi vida.
Mateo Morillo Roldán
El caso de la muñeca de cristal
Una mañana, tras un sueño intranquilo, me desperté convertida en una muñeca de cristal. Yo no sabía cómo reaccionar y tampoco cómo me había sucedido eso, no podía hacer nada ni moverme, hablar, comer...
Estuve toda la mañana formulando miles de opciones, pero ninguna era lo suficientemente realista para poder ser verdad. Decidí hacer mi día a día en casa, hasta que se me pasara el efecto, porque las muñecas de cristal son muy frágiles. De repente, vi en la televisión las noticias, ¡Todo mi vecindario estaba convertido en objetos como yo!
Lo que había sucedido era que un brujo del oriente nos había echado un hechizo malvado. Por suerte la policía le pudo detener y le arrestó durante el resto de su vida. Al rato estábamos como personas normales yendo al Instituto.
♡Fin♡
Ruth Barrios Peña, 1°ESO I.E.S Profesor Juan Bautista
TODO UN MOBILIARIO
Una mañana, tras un sueño intranquilo, me notaba un poco extraño, pero fui al baño y cuando me iba a cepillar los dientes...me vi, y aluciné como nunca lo había hecho. Mi cabeza era un despertador azul, mis brazos eran teléfonos móviles, mi tronco...¡era un mueble!, y mis piernas eran sillas. No me lo podía creer, cada dos minutos me vibraba la cabeza, y mis brazos sonaban como si no hubiera un mañana... Lo peor de aquello era el partido del jueves, faltaba un día, ¡y yo...! era un cúmulo de objetos! De repente, llegó un mensaje con unos códigos a uno de mis "brazos", lo miré y.… poco a poco volví a ser humano.
Una mañana, tras un sueño intranquilo, me notaba un poco extraño, pero fui al baño y cuando me iba a cepillar los dientes...me vi, y aluciné como nunca lo había hecho. Mi cabeza era un despertador azul, mis brazos eran teléfonos móviles, mi tronco...¡era un mueble!, y mis piernas eran sillas. No me lo podía creer, cada dos minutos me vibraba la cabeza, y mis brazos sonaban como si no hubiera un mañana... Lo peor de aquello era el partido del jueves, faltaba un día, ¡y yo...! era un cúmulo de objetos! De repente, llegó un mensaje con unos códigos a uno de mis "brazos", lo miré y.… poco a poco volví a ser humano.
Raúl Marrón García
NOS
CONVERTIMOS EN OBJETOS
Una mañana, tras un sueño intranquilo, me desperté convertida en una muñeca. Estaba tumbada en mi cama y al levantar la cabeza vi cómo mis brazos y piernas estaban rígidas. Cuando intenté levantarme, mis piernas no respondían. Miré a mi alrededor y comencé a gritar, nadie me escuchaba.
Mi madre entró a la habitación, hizo la cama, recogió mis cosas y me colocó junto a la puerta. Vi pasar a mi hermano, me hizo burla y se metió en el baño. Un poco después mi padre pasó por delante y me dio una caricia en la mejilla, mi madre me cogió del brazo y me llevó hasta la cocina.Desayunaron todos menos yo, y nos fuimos en coche hasta la sierra.
El río, los pájaros, las ardillas, mi perrita Manchita y toda mi familia en movimiento, jugando, saltando,… y yo sentada sobre una piedra, igual de rígida y dura que ella.Volvimos cuando el sol se escondía tras la montaña y no pude soltar una sola lágrima, no me salían ¡Qué triste!
Luz María Jiménez Acosta,1ºD
NOS CONVERTIMOS EN OBJETOS
Una mañana, tras un sueño muy profundo. Me
desperté y sentí como si algo se moviera en mí. Un ruido de tic-tac no paraba de sonar. Cuando ya abrí los
ojos bien, no estaba en mi cama, ¡estaba en la pared colgada! No era una
estantería, ni una muñeca, ¡era un reloj! Era mi reloj rosa que estaba colgado
en la pared de mi habitación. Cuando me miré en el espejo grande por quinta o sexta
vez, me volví histérica. Me hice un montón de preguntas: ¿ Y si no volviera a
ser una persona?¿Qué iba a ser de mí?
Pasaron
horas y horas y yo no sabía cómo volver a ser una persona. Mi hermana entró en
mi habitación y yo intenté con esfuerzo hablar y lo conseguí. Se dio cuenta de mi extraña apariencia y le
conté todo lo que había ocurrido. Mis padres estaban preocupados, pero mi
hermana les contó una mentira y se lo creyeron. Al día siguiente cuando me
desperté, ¡ya era una niña normal! Ya se pasó todo. Desde ese sueño ya no volví
a tocar un reloj, porque estaba ya harta de estar entre tuercas y tornillos.
Susana Jiménez Rodríguez