viernes, 4 de abril de 2025


CERTAMEN CARTAS DE AMOR Y DESAMOR


Las cartas de amor y desamor de este certamen se han vinculado a las lecturas del Plan Lector. Las ganadoras han dirigido sus misivas a personajes de Bodas de Sangre, de Federico García Lorca, y Marina, de Carlos Ruiz Safón. Espero que las disfrutéis.






Querido Leonardo, 

Te escribo desde mi más profunda tristeza, sumergida en un gran agujero negro de sentimientos. Tras varios días pensando, he tomado una difícil decisión, espero que usted la pueda aceptar con cordialidad y pensando siempre en las consecuencias de sus actos. 

Intento ignorar mi destino, pero la incertidumbre me come y es más fuerte que yo. Han sido años magníficos: abrazos interminables, la calidez de una tarde de verano, besos dulces como la miel, momentos felices como la niñez. Gracias a ti he vivido todo esto y por tu culpa un sabor amargo me recorre por dentro al saber que te fuiste y no me esperaste. 

Esos abrazos se quedaron vacíos, esos besos se volvieron amargos y esos momentos solo me traen nostalgia y sufrimiento. Entiendo que ya tengas una nueva vida, con Marina y con Mateo, pero no miraste hacia atrás y no quisiste verme mientras me consumía yo sola. Así que te escribo para comunicarte que me voy a casar con otro hombre. Porque al igual que tú quiero rehacer mi vida, contigo o sin ti. 

¿Por qué fui tan ingenua? Te creí y te esperé cada noche mirando hacia la ventana y me dolía ver que no llegabas. Después de varios años, cuando ya no te buscaba, volviste a llamar a mi ventana, montado en un fiero caballo y con la luna a la espalda. Por esto te escribo esta carta para decirte que ya no puedes engatusarme con tus promesas amargas, que ya no tienes nada que hacer por aquí, que ya no me haces falta. Fuiste mi refugio en las frías noches y mi apoyo en las feas mañanas, me sumergí en tus cálidos abrazos sin pensar en el mañana y me quedé atada a tus redes, esas que se rompieron y volvieron a aparecer, pero que hoy las miro con ignorancia y las vuelvo a romper y a pisotearlas con ganas. 

A partir de aquí nuestros caminos se separan, tú en tu casa y yo en la mía; tú con tu mujer y yo con mi marido; tú con tu familia y yo con la mía. Hoy empieza mi nueva vida, mi nueva yo, lejos de ti y de tu calor, de tu ronca voz y de tu caballerosidad. 

Que sepas que has sido lo mejor, lo mejor que he perdido.  

Ángela García Pineda, 4º C




Querido Óscar:

Desde que descubrí que la enfermedad que había asolado a mi difunta madre acechaba también mi ser, no pude concebir la idea de que el amor entrase a mi vida bajo ningún concepto, pues el universo me lo arrebataría en un abrir y cerrar de ojos sin piedad alguna. Pero ahí apareciste tú, con tu mirada brillante y tu sonrisa sincera. Un corazón lleno de bondad, cariño e inocencia. Mi ángel enviado para abrirme las puertas del cielo y descansar en paz.

No sé muy bien cómo pasó todo. No sé si fueron nuestras hazañas las que nos unieron o que estábamos destinados a amarnos, pero pasó. Mi corazón empezaba a latir con más fuerza cada vez que te veía, las mariposas que nunca antes había sentido afloraban en mi interior y los nervios que no sufría por nada ni por nadie empezaron a surgir. Fue en ese instante en el que me di cuenta que dichos síntomas no formaban parte de mi enfermedad, sino de los sentimientos que tenía hacia ti. Era amor,  el amor más puro y verdadero que nunca antes había sentido por alguien, pero a la vez, otro sentimiento surgía en mi interior y quizás con más fuerza que el anterior, la culpabilidad. Culpabilidad por enamorarme de alguien a quien nunca podría hacer feliz, por sentir que estos sentimientos serían en vano tras lo inevitable y, sobre todo, por enamorar a una persona que nunca podría tenerme, pues ya le pertenecía al dichoso y fatal destino.

Durante nuestro tiempo juntos me preguntaste muchas veces qué escribía y si algún día podrías leerlo, pues aquí está. Esta es mi verdad, estos son mis sentimientos y pensamientos más íntimos, y creo que mereces conocerlos. Este escrito no es para que sientas pena por mí ni por lo que pudimos haber sido, es para que conozcas lo que ya es una realidad, el amor que alguna vez nos tuvimos y el amor que te voy a tener incluso después de la muerte.

Durante este tiempo has sido para mí un faro en un mar lleno de oscuridad, un pilar al que agarrarme en los momentos bajos, mi fiel compañero de aventuras y, como te he dicho al principio de esta carta, el ángel que va a hacer que me vaya feliz de este mundo

Ahora me toca a mi ser tu ángel, cuidarte en la oscuridad y guiarte en el camino. No quiero que estés triste ni que llores por mí, quiero que cada vez que recuerdes mi nombre, una sonrisa cruce tu rostro y recuerdes todos los maravillosos momentos que alguna vez vivimos.

Esto no es una despedida, Óscar, es un hasta pronto, porque en el fondo de mi corazón siento que nos volveremos a encontrar en otra vida, además de que siempre habitaré en tu corazón al igual que tú en el mío.

Con todo el cariño y amor del mundo,

Marina.

María Romero, 4º D




Mi deseada Carmen, 

Conozco que vivir la vida puede ser algo tan hermoso como una lucha constante que deja sin aliento en cada paso. Mi lucha ha sido una espada victoriosa, que triunfa y clava, y es vista como algo fuerte y seco, sin saber que llega a estar oxidada por dentro. 

Ahora, con la vejez consumiendo nuestros cuerpos y todo el camino hecho, al que mi destino sabrá poner final, veo la vida como un suspiro. Ahora, que lentamente veo como se me va la vida y como se viene la muerte, siento un vacío que llenaste una vez, pero que se volvió a vaciar con la ausencia de tus cabellos, aquellos que sentí una vez y que hicieron que el tiempo dejara de tener sentido. Un tiempo que me devolvió un sentimiento confuso con el que, en este instante, siento que he vivido durante toda mi existencia. 

EI dolor que me cierne aquí en mi lecho de muerte no podía ser olvidado como el hombre es enseñado desde sus primeros pasos. El hombre vive y olvida, siente y borra su alma, llora y arranca sus lágrimas. Pero la fuerza con la que tomo esta pluma para escribir estas líneas me muestra que nunca he parado de pensarte, soñarte y desearte, al igual que mi alma pide cada día tu corazón junto al mío. Supongo que un día me tatué a fuego una casa  con la esperanza de que al final nuestros latidos vivieran allí; será ese tipo de sueños que te dejan sin ser, oír ni ver. 

El paso del tiempo, del que mi cuerpo no puede deshacerse, y el recordarte a cada instante me han enseñado, decepcionado, que he pasado la vida entera con un corazón que late escondido, pero que solo me permite guardar el recuerdo de unas pocas horas. 

El mundo me enseñó a volverme duro como una roca y a guardar tus memorias en un rincón. He tratado de cumplirlo durante todos mis días, pero el hacerte saber que el sentimiento que la lucha ha hecho que se llene y se clave en mi pecho, deja que la muerte me lleve tranquilo, que descanse despojado de todo este sufrimiento hasta que nuestros caminos vuelvan a encontrarse.

Sinceramente, Leonardo.


Adriana Fernández, 4º C




No hay comentarios:

Publicar un comentario