jueves, 3 de octubre de 2024

CONTINÚA EL RELATO

Jasón y los argonautas: en busca del Vellocino de oro

El mito de Jasón y los Argonautas es, posiblemente, una de las historias más famosa de la mitología griega. Tras aceptar el reto de su tío, el rey Pelias, el héroe Jasón se embarcó en una cruzada llena de aventuras para encontrar el Vellocino de Oro y recuperar, de esta manera, el trono que Pelias había arrebatado a su padre Esón, el legítimo rey de Yolcos.



Jasón y sus cinco argonautas

Jasón y sus cinco acompañantes empezaron a navegar. Martín podía ver a través de cosas; Lucas podía hipnotizar; Jorge podía volar; Manuel poseía unos oídos maravillosos con los que escuchaba; y por último, Pedro tenía una fuerza asombrosa y podía levantar cualquier cosa. Llevaban una semana en el barco, y era por la mañana cuando, de pronto, un enorme tiburón de dos cabezas golpeó el barco y este se empezó a inundar. Jasón y sus argonautas cogieron sus armas y comenzaron a pelear contra la bestia. Jorge voló con su machete y le dio un fuerte golpe a una de sus cabezas, pero lo que ellos no sabían es que si le quitaban una cabeza, más tarde volvía a aparecer. Siendo conscientes de lo que pasaba, se pusieron de acuerdo para atacar todos juntos y decapitarlo.

Por fin habían conseguido acabar con el tiburón, pero su barco había quedado destrozado. Por suerte, llegaron nadando a una isla donde había comida, ríos con aguas cristalinas y muchos animales… Así que podrían estar allí durante un tiempo. Después del largo recorrido para alcanzar la isla, estaban desvalidos y no tardaron en cenar con los alimentos que ese paraíso les ofrecía; se hicieron un refugio y se fueron a dormir.

Al día siguiente Jasón y los demás intentaron construir una señal para pedir ayuda a los barcos que se acercaran a aquel lugar desconocido. Construyeron un espejo brilante con una especie de mineral que reflejaba la luz solar, esperaron y esperaron pero nadie venía...


Adriana Falcón Pavón, 1º C



Jasón y los argonautas

Cuando zarparon, todos los tripulantes se pusieron en sus puestos para emprender

una nueva aventura. Pasadas unas horas, Jasón ordenó a Hércules, el

argonauta más fuerte, que alzara la vela mayor. Con la vela rompiendo el viento, Jasón se dirigió a la proa para ver el extenso océano que tenía por delante. Entonces, Rabino, otro de los tripulantes, alertó de que había visto una sombra entre las aguas oscuras del Pacífico. Jasón gritó que estuvieran atentos a cualquier movimiento que estuviera por los alrededores del barco. Unos segundos más tarde, notaron un inmenso golpe por la popa y se quedaron asombrados al ver salir desde las profundidades un gran monstruo marino.

La bestia tenía la aleta dorsal más grande que el propio barco, unos dientes más afilados que la punta de un arpón y su color era rojo fuego y brillante. Los jóvenes, sin pensarlo dos veces, fueron a atacar a la bestia. Después de un buen rato luchando, finalmente lo derrotaron, y pensaron que eso se merecía una gran fiesta, así que no dudaron en tomar bebidas y comer en la cubierta hasta llegado el amanecer cuando el sueño los venció.

Al día siguiente, se dieron cuenta de que en la noche anterior, durante la fiesta, habían terminado con toda la comida que guardaban en la bodega. Se habían metido en un enorme problema. Pero Jason, sin perder la calma, les dijo que tarde o temprano los dioses les serían favorables y algún milagro vendría desde el Olimpo. Y así fue, pues en solo tres días arribaron a una isla donde encontraron avituallamiento para reponer las despensas. Ya con todos los alimentos repuestos, pudieron seguir navegando.


Lola Rodríguez Gallego, 1º C




Jasón y el Vellocino de Oro

Aquella mañana de verano, estaba en el camarote, dándole órdenes a Percy, cuando Talía, la hija de Zeus, interrumpió en mi camarote con un aire de preocupación.

-¿Qué ocurre?

-Es el barco, algo le pasa, hace demasiado calor.

-¿Cómo que demasiado calor?

-Es el timón, nadie lo controla desde hace una hora y nos dirigimos directos a la isla de los monstruos, donde hay un volcán que está a punto de explotar.

-Perfecto, es justo lo que quería. Al llegar, en la isla encontraremos el vellocino, junto al cerbero- aclaré a mis marineros.

-¡Pero si lo atravesamos, nos quemaremos o, aun peor, podría explotar justo debajo de nosotros!

-Pues rodeadlo.

-No hay tiempo…

-¡Pues busca la forma!

Y así dicho, le cerré la puerta enfadado, pero en mi interior me sentía un poco nervioso y bastante preocupado por mi tripulación.

Al caer la noche, descubrí que Talía en el último momento había conseguido mover el barco y estábamos llegando a la isla.

-¡Tierra a la vista!- gritaba el timonel.

Al bajar del barco sentí que alguien me observaba, pero no le di muchas vueltas y seguí caminando junto con los demás.

-¡Algo se acaba de mover entre los arbustos! ¿Lo habéis visto?

-¡No inventes y sigue andando!

Tenía que haberle hecho caso a Hércules, pero no sabía lo que iba a ocurrir más adelante. Un silencio inundó la isla y de entre las rama salió, nada más y nada menos que un enorme cerbero. Yo no había visto uno tan grande en mi vida y sus tres cabezas amenazaban nuestras vidas. No teníamos otra alternativa, decidimos luchar y al cortarle sus tres cabezas. Creíamos haber ganado, pero dos cabezas surgieron de nuevo desde donde habían sido cortadas. Después de pensarlo detenidamente, descubrí que la única manera era destruir a la bestia desde el interior. Así se lo comuniqué a mis compañeros, Talía no lo dudo ni un solo segundo, se arrojó hacia el corazón mientra sufría una mordedura mortal en su cuello. Y así, nuestra mejor luchadora y el can cerbero murieron.

Al dar una vuelta por la isla, no encontramos nada, por lo que su muerte fue en vano. Y todavía, un año después, sigo culpándome por no haberlo impedido.

Marina Falcón León, 1º D



CONTINUACIÓN DE LA HISTORIA DE JASÓN

En el camino, Jasón y sus 49 argonautas cruzaron el océano Atlántico y ya cerca de Dinamarca se toparon con una desconocida isla, la isla Baggy, el único sitio en el mundo donde habitaban los emus, animales que estaban en peligro de extinción.

Nada más llegar a la isla, se percataron de que habitaban muy pocas personas . En la entrada, en un idioma extraño ponía “En esta isla hay un tesoro enterrado con 612 monedas de oro y un mapa para encontrar el vellocino de oro.”

A Hércules, un luchador que había aprendido de chico jui-jitsu y muay thay, que había estado peleando por su patria desde los diez años, le habían enseñado de pequeño ese idioma,así que se lo tradujo a los argonautas y se pusieron como locos a buscarlo.

Jasón mandó a doce de los tripulantes a buscar por el oeste, a veinte por el sur, a doce por el norte y los últimos seis se fueron por el este. Pero cometió un grave error, porque se rumoreaba por la isla que aquel botín estaba por el este, donde Jasón sólo había mandado a un pequeño grupo.

Los hombres de Jasón buscaron y buscaron por todos los rincones de la isla. Los del este ya se estaban rindiendo cuado Diego Sánchez, el único soldado español de la tripulación , en su último aliento tocó algo de madera. Era un baúl. Lo sacaron con la poca fuerza que les quedaba, lo abrieron y sólo había un arpa, aunque…. uno de ellos encontró en una esquina un compartimento: ¡¡habían encontrado las monedas¡¡¡ y debajo de ellas, lo más importante para ellos, el mapa del vellocino.

Con el botín de las seiscientas monedas de oro y el mapa, zarparon en busca del Vellocino de Oro.


Sebastián Roldán Algaba, 1º C


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