Un curso más, los alumnos del IES Profesor Juan Bautista han participado en este certamen literario encaminado a mostrarnos todos los caminos del amor: madres, amigos, parejas, vida... La sinceridad de sus cartas, el profundo sentimiento y la belleza de sus palabras han sido las claves para escoger a los ganadores del curso 22-23, que son los siguientes: Arturo Jiménez Peña ( 3º ESO A), María Romero Jiménez ( 2º ESO A), Carlos Capitán Márquez ( 2º ESO A) y Carmen Jiménez Torres ( 4º ESO C).
CARTA DE (DES)AMOR
Muchos ven el amor como…
Un objetivo, otros como un refugio; unos piensan en el amor de su vida; otros, en los pequeños detalles que cambiarían el mundo; unos lo ven como un ejemplo; otros se sienten atrapados...Pero alguna vez te has preguntado qué es el amor y qué tan especial lo que amamos.
Científicos memorables dirán lo que ha pasado, la dopamina actúa y quedamos engatusados. Aún así, nosotros sentimos algo que no podría ser explicado. Bien lo sabe aquel escritor desolado que tiende a escribir para que muchos corazones rotos se sientan a su lado y juntos reconstruyan la felicidad que se desvaneció cuando fueron despedazados. Bien lo sabe aquel ave a la que las corrientes furiosas del aire la dejaron sin alas en el vuelo alzado y que ayudó con el canto de la mañana que el alegre sol volviera a iluminar un nuevo día soleado.
Pero volvamos a lo básico, y a su vez tan deseado, ¿qué es aquello que nos hace ser amados? Para mí, ha de ser suficiente con una respuesta: sin el calor de otro corazón, la humanidad no hubiera prosperado; y la maldad, sin corazón alguno y con odio acentuado, nos hubiera consumido hasta que en el vacío más absoluto fuéramos ahogados.
Así que, el amor es algo vivo, el amor es inteligente, es un ser agradecido que nos acompaña en la más fuertes corrientes.
Arturo Jiménez Peña, 3º ESO
¿QUÉ ES EL AMOR?
Querida mamá:
Parece increíble que en un abrir y cerrar hayan pasado ya catorce años desde 21 de mayo de 2009 en el que decidiste concederme la vida, y créeme cuando te digo que no ha pasado ni un solo día desde entonces en el que no haya agradecido al destino por incluirme en esta maravillosa familia formada por una de las cosas más importantes del mundo: el amor.
Pero, siendo sincera, he pasado gran parte de mi corta vida buscando el significado de esta palabra tan sencilla de pronunciar y a la vez tan compleja de expresar. ¿Qué es el amor? ¿Qué expresa esta palabra? ¿Cómo se identifica? Siempre me repetía estas preguntas y por mucho que buscara en diccionarios siempre obtenía una simple definición que no resolvía ninguna de mis dudas; llegué a pensar que nunca iba a sentir amor por no conocer su significado en el mundo real; pero, como no, me abriste los ojos y me demostraste que un simple "¿Cómo estás?" es una muestra de amor a cualquier persona en el mundo, sea conocido o no; y que siempre, en todo momento y lugar, hay que expresar amor, independientemente si está dirigido a una persona, un animal, un lugar o a la vida en general.
Fue en ese momento cuando me di cuenta de que tú, la persona que me había criado, eras la definición perfecta de la palabra amor, por las acciones de tu día a día y porque el simple hecho de traer al mundo a un hijo, cuidarlo, darle cariño, enseñarle e incluso regañarle es una de las muestras de amor más grandes que pueden existir. Y creo que, sin ese amor que una madre siente hacia su hijo o que un hijo siente hacia su madre, la vida dejaría de tener sentido en todo, porque el amor, ese sentimiento que suena tan cursi, es el principal fundamento de la vida misma.
Finalmente, mamá, te quiero dar las gracias por ese amor que cada día me demuestras y por enseñarme su significado.
Tu hija que te adora, María.
María Romero Gutiérrez, 2º ESO A
HERMANA
Mi querida hermana:
Cada vez me doy más cuenta de que te necesito más y más en mi vida.
Eres como el nutriente a la flor,
como el oxígeno al astronauta,
como el agua a los peces.
Cada noche que me acuesto, cuando tú no estás, me cuesta más; me doy cuenta de que me basta con mirarte y saber que te tengo para siempre; pero, si no estás tú delante, yo me siento insuficiente.
Cada vez que te veo, una sonrisa se dibuja en mi cara; cuando no, siento que el cielo se cae y yo me pierdo en el espacio, sin nada que hacer, desolado y confuso. Porque, pensándolo bien, si yo estoy aquí es por ti, aquel día en el que tu cabeza de nueve años le pidió a nuestros padres un hermano.
Y es por eso por lo que hoy estoy aquí, compartiendo mi tiempo contigo. Tiempo que pocas veces gasto con otras personas; sin embargo, contigo no me cuesta nada.
Un enorme beso.
Att: Carlos Capitán Márquez
Carlos Capitán Márquez, 2º ESO A
Parte 1:
No tengo el don de las palabras; no escribo bien, ni sentido tiene lo que escribo, no sé rimar palabras, pero, aún así, intento escribir esta carta con lo que siento.
Aún después de mil intentos sigo sin saber expresar todos los sentimientos que llevo dentro, y aún con este pesar quiero volver a intentar escribirte todo lo que siento.
¿Es tonto si cada vez que pienso un “te amo” vuelas por mi mente?
Esa sonrisa, esa bonita mirada, esa forma de ser tan peculiar, ese caminar, ese hablar, esa forma de conquistar… esas cosas tuyas que me hacen sentir tan especial.
Y aunque a veces te diga que no puedo más, tu siempre estás ahí, muy cerca de mí.
Es genial que, aunque todo empezó con una simple amistad, hayas sido capaz de entrar en mi corazón de una forma tan singular.
No puedo parar de pensar en todo lo que vas a tener que soportar al escoger a alguien como yo , alguien que todo te lo va a reprochar, alguien que nunca estará conforme con nada… Pero, aún con todos estos pesares, alguien que nunca te dejará de amar.
Parte 2:
Y tras la misma discusión de siempre, tras expresar lo que siento, empiezo a llorar. Luego, un ataque de ansiedad. No sé con quién hablar, no sé a quién acudir.
Te dije cómo me sentía y lo ignoraste, como siempre haces, dijiste una cosa y la incumpliste de nuevo y ahora estamos aquí, sentados en un banco.
Espero a que empieces a hablar, a que tengas las agallas de hacerlo; pero aquí estamos, callados; yo no quiero empezar, siempre lo hago, no quiero seguir diciendo lo que quiero porque dejo de quererlo.
Y un día después volvemos a quedar: te hice galletas, te escribí una carta, no fue mala tarde; pero a la hora de cenar empezamos a discutir, se me fue el hambre, no tenía ganas de nada, llegamos a mi calle y ahí empezó lo peor. Me miraste y me dijiste que esto no funcionaba y, entre lágrimas, suplicaba que no lo hicieras, que yo cambiaría, que me aguantaría, pero no; no quisiste. No sé si ha sido lo mejor; duele, duele mucho; sufro, sufro mucho y lloro.
Tal vez haya sido lo mejor, yo no podía más; estaba todo el día mal, pelea tras pelea ya me estaba consumiendo, Pero ahora, después de todo, me pregunto, ¿de verdad me quisiste?
No te gustaba que fuese tan sensible, no eras capaz de iniciar un tema de conversación. no me distraías cuando estaba mal, nunca hiciste mucho, decías que vivía en un mundo de dramas y a lo mejor es verdad, pero yo hubiera aguantado.
A pesar de todo, yo sigo queriendo un beso, aún quiero contarte mis historias, quiero que lleves mi bolso, quiero abrazarte, quiero reír a tu lado, quedar sin estar nadie, acariciar tu pelo y besar tu nariz, quiero darte cabezazos, morder tu mejilla… porque eran las cosas que a mí me hacían feliz.
Y ahora no sé qué hacer, no sé que pensar, no sé cómo actuar, no te quiero ver porque sé que, si lo hago, lloraré, lloraré tanto que mis lágrimas lo cubrirán todo como un manto.
Carmen Jiménez, 4º C