EL PRINCIPITO VIAJA DE NUEVO
El principito (Antoine de Saint-Exupéry, 1900-1944) es un relato considerado como un libro infantil, por la forma en la que está escrito, pero que es en realidad una crítica de los seres adultos. En la obra se tratan temas profundos como el sentido de la vida, la soledad, la belleza, la amistad, el amor, la pérdida de los seres queridos, la incomprensión de los hombres y un largo etcétera.
Los alumnos de primero C y D han tenido que inventar un nuevo planeta donde el Principito encontrará un compañero con quien vivir nuevas experiencias. Una niña presumida, un hombre con dos cabezas, o el mismo COVID 19 son algunos de los acompañantes que van a recorrer estas líneas. Al igual que ocurre en el libro original, nuestros pequeños escritores han creado algo más que una historia, han sabido dar sentido y mostrar mucha sabiduría en las nuevas situaciones que vive Le Petit Prince.
LA HERMOSA DAMA
Cuando el principito llegó a aquel planeta se sorprendió un
poco, porque estaba lleno de purpurina, colores, brillantes… A lo lejos se
podía ver una hermosa doncella con un vestido muy pesado, pero demasiado
hermoso. El principito se quedó muy sorprendido al ver a aquella dama, así que
decidió acercarse.
- ¡Hola! – dijo el principito muy emocionado.
- ¡Uy chiquillo, me has asustado! – dijo la hermosa dama.
- ¿Quién es usted? ¡¿Y qué hace usted por aquí?!
- ¡Hola, soy el principito! Estoy visitan… - dijo el
principito, hasta que fue interrumpido.
- ¡Que sepas que me has asustado tanto, que tendré que
repetirlo de nuevo! – dijo ella muy enfadada.
- Lo siento, esa no era mi intención – dijo el principito -
Pero… ¿repetir qué?
- Es mejor que me dejes tranquila.
- ¿Repetir qué? – dijo el principito, que nunca olvidaba su
pregunta una vez que la formulaba.
- Tendré que repetir mi maquillaje otra vez, porque tú me
has asustado, ¡y me ha salido mal! Una
doncella no puede ser interrumpida mientras se maquilla y se arregla.
El principito la miró muy extrañado, porque le parecía un
poco absurdo que le preocupara tanto su maquillaje, si no había nadie en ese
planeta, ¿para qué se maquillaba y se arreglaba aquella joven?
- ¿Y para qué te maquillas y te arreglas tanto? Si no hay
nadie en este planeta.
Ella se le quedó mirando pensativa, luego dirigió su mirada
hacia arriba, hizo un gesto con los ojos y se sonrojó un poco mientras pensaba
qué responderle al principito
- Mmm… Pues… la verdad… - dijo la dama – La verdad, es que
no lo sé, pero lo que sí sé, es que una dama siempre tiene que estar bien
vestida y maquillada por si, por casualidad, algún día llega un príncipe para
que la recoja en una enorme carroza y la lleve a un castillo para que sean
felices y coman perdices.
El principito pensó “eso nunca le pasará, eso solo pasa en
los cuentos”. Pero solo lo pensó en el interior de su cabeza, de manera que
nadie más que él pudo oírlo. Tampoco se lo quería decir porque no quería
ofenderla ni quitarle las esperanzas. ¡Era tan bueno el principito!
Pero el principito se puso un poco triste, pues la princesa
era muy presumida, al igual que su flor, y le hizo recordarla. ¡El principito
echaba de menos a su querida flor!
Como la dama le vio un poco triste, le preguntó.
- Eeemm… ¿qué te pasa?
- Mmm… no me pasa nada… solo… es que… echo de menos a
alguien.
La dama no tenía mucha experiencia para dar consejos;
entonces, como ella no sabía qué decir, se quedó callada.
- ¿No me vas a consolar? – le dijo el principito.
- ¿Por qué debería hacerlo? – dijo ella.
- No sé, eso es lo que hacen todas las personas mayores
cuando alguien está triste.
- ¡¿Me estás diciendo que soy una persona mayor?! ¡No puede
ser! ¡Si llevo kilos de maquillaje! Nooo, ya me estoy haciendo mayor.
El principito se quedó asombrado y no entendía nada de lo
que estaba pasando.
- No señora, yo no te he dicho que seas una persona mayor… -
dijo el principito.
- ¡Y ahora, encima me dices señora! ¡Está claro que crees
que soy una persona mayor! ¡Déjame en paz! ¡A partir de ahora nadie me va a
mirar a la cara, me estoy volviendo mayor y seré tan fea que la gente no querrá
mirarme!
El principito pensó que esa señora estaba exagerando
demasiado, no quería estropear más las cosas así que se fue de ese planeta en
busca de otro. “Las personas mayores son tan raras”, pensó.
MARTINA CALABUIG
EL HOMBRE DE DOS CABEZAS
Viajé al último
planeta. Este planeta era diferente a los demás, porque era un planeta
artístico. Allí vivía un hombre que tenía dos cabezas.
Me dije en mi
cabeza que las personas mayores son muy raras.
-¿Por qué
tienes dos cabezas?- le pregunté.
Y él no
me respondió. Él se puso a pintar un cuadro e hizo como si no me estuviera
escuchando. Pero yo insistí,
porque nunca me rindo haciendo una pregunta.
- Muchacho,
igual que tú tienes cinco dedos en cada mano y pies, yo tengo dos cabezas.
Después de esa
respuesta, un silencio nos invadió. Cuando pasaron unos minutos le dije:
-¡Qué planeta
tan bonito!
Y él se rió.
-¿Qué estás
pintando?
-Estoy pintando
la galaxia. Ven, te voy a enseñar mi planeta.- me dijo una de las cabezas.
Fui detrás de
él y me enseñó todo su planeta, todo muy colorido con esculturas y miles de
cuadros. Me enseñó cada cuadro y cada escultura. Y me mostró un cuadro de una
familia que él estaba pintado.
-¿Tú tienes
familia?—le pregunté.
-Sí la tengo.-
me dijo la otra cabeza.
-¿Y por qué estás
aquí solo y no con ellos?
No estoy con
ellos por la simple razón de que no quieren a una persona con dos cabezas.
Supuestamente soy diferente y no sé por qué soy así. Me fui de mi casa un día y
me encontré este planeta que, como no estaba habitado por nadie, me lo quedé en
propiedad. Además, aquí puedo hacer lo que quiera, y eso me hace muy feliz.
-Entonces,
¿estás feliz o triste? - le pregunté.
--En realidad
estoy feliz por estr aquí. Cada día descubro algo nuevo y me divierto mucho,
aunque tenga un pasado triste.
--¡ Ah!
--¿Me podrías
pintar a mi planeta?
--¡Claro!- dijo
una cabeza con orgullo.
El cuadro va a
ser un regalo para mi rosa. En el cuadro tiene que aparecer una rosa con cuatro
espinas, dos volcanes y uno extinguido. También un cordero y un fanal al lado
de la rosa.
-¡ Vale, perfecto!-
dijo él.
Al cabo de
media hora, lo terminó. Lo terminó muy rápido porque el cuadro no era muy
grande.
Pintó con todos
los colores exactos. Era el cuadro perfecto.
-¿Cuánto es?-
dije yo.
-¡No es nada!-
dijo una cabeza.
-¿De verdad?-
dije yo.
- Sí, de
verdad, es un regalo que te estoy haciendo.- dijo la otra cabeza.
-¿Te puedo
decir una cosa? – me dijo.
- Sí- dijo él.
-Tus has sido
mi primer amigo.
-¿En serio? Pues me alegro de que haya sido yo.
Después de un
rato le dije que me tenía que volver a mi planeta, recogí mis cosas y mi
cuadro.
-Algún día
puedes venir a mi planeta - dije.
-Vale, ¿pero
dónde está?- me preguntó.
-Tú te tienes que
guiar por la dirección de todas las estrellas y cuando veas un planeta pequeño
con dos volcanes y otro extinguido, pues ese es mi planeta.
Después de
decir esas palabras seguí mi viaje, pero nunca me olvidaré de mi amigo de dos
cabezas.
SUSANA JIMÉNEZ
DIFERENTES
Antes
de llegar a su planeta, el principito aterrizó en otro. En este había unos 20
humanos, todos muy diferentes entre sí.
Al
llegar el principito, todos se asustaron, ya que cayó de golpe. Pero uno de
ellos se acercó.
-Hola
marinero, ¿qué te trae por estos lares?- preguntó el que parecía un pirata.
El
principito, un poco mareado del golpe, levantó la cabeza:
-¿¡Dónde
estoy !?,¡este no es mi planeta!
A
lo que un hechicero le respondió:
-Tranquilo,
pequeño, tampoco es el nuestro.
-
Y..y..¿Dónde estamos entonces?- preguntó atónito el principito.
-Estamos
en el planeta de los perdidos -contestó un príncipe.
-
¿Qué es eso ?- preguntó el principito.
- Es
un lugar donde caen todo tipo de personas, aunque son siempre mayores.- dijo el
artista con una cara extraña, ya que el principito era un muchacho y no un
adulto.
-¿Y cómo
puedo ir a mi planeta?- en ese instante nadie respondió. Por lo que el
principito, que nunca olvida una pregunta formulada, repitió:- ¿Y cómo puedo ir
a mi planeta?
En
ese entonces una hada pequeñita le dijo al principito:
El
principito muy asustado por su flor y con los ojos llorosos preguntó:
-¿Y
no hay ninguna salida?
A lo
que un explorador le respondió:
- No,
amigo, todo el que ha intentado salir, ha sido traído de vuelta por una fuerza
extraña.
En
ese instante, el principito se levantó para observar cuántas personas había en
aquel pequeño planeta, eran todos adultos. Había tanto príncipes como piratas,
tanto magos como heladeros, princesas y hadas, astrónomos y camioneros... eran
todos muy diferentes entre sí pero parecían convivir en perfecta armonía.
El
principito dejó sus miedos atrás e intentó lanzar fuera del planeta un pincel
que le había dejado el artista y, efectivamente, este volvió por una fuerza
extraña. Lo intentó varias veces y de distintas formas, pero siempre se llegaba
al mismo resultado. EL principito comenzó a inquietarse y fue a descansar un
rato. En ese momento el hada se le acercó y le dijo:
-Es
algo muy extraño
-
¿Por qué? - dijo el principito.
A lo
que el hada le respondió:
-Eres
el único niño que está en este planeta, eres un chico muy especial. Por cierto,
¿cuál es tu nombre?
El
principito no le respondió, ya que se le acababa de ocurrir una fantástica idea.
Todo lo que había allí era mayor, adulto o viejo, pero nunca había habido nada
joven o nuevo.
El
principito le comentó la idea a un sabio muy mayor. Este le dijo:
-
Los niños son los tesoros más valiosos, ya que su mente es impredecible y su
imaginación incalculable.
El
principito, que estaba un poco alterado, se tomó esto como un sí, y sin
pensarlo dos veces se dispuso a hablar con cada uno de los adultos buscando
algo joven o nuevo, pero no hubo resultado. Entonces, cansado de preguntar, se
sentó y recordó las palabra del hada: “Eres el único niño que está en este
planeta”
-Eso
es - se dijo el principito a sí mismo.
MARÍA DOLORES MUÑOZ
EL ROBOT
Días más tarde, me fui de la Tierra
porque ya me aburría estar allí. Así que visité un nuevo mundo que estaba
habitado por un robot. Aquel mundo estaba rodeado de trenes flotantes, mucha
tecnología… Y me asusté un poco al ver ese mundo ya que era algo que no
había visto nunca y le pregunté:
-Hola ¿Cómo te llamas y por qué estás
en este mundo?
Él me respondió:
-ZIIIIP
Yo no le entendí, pero tuve la suerte de
que el Aviador me diera un libro de instrucciones para arreglar el avión y me
lo llevé de recuerdo. Recordé que había una página para poner a los robots con
el idioma de las personas y la encontré.
En ella ponía: “Primero debes decirle al robot AGUSH. Una vez de haberle dicho
eso lo que tienes que hacer darle al botón que tiene en la espalda y ya se le
pone el idioma castellano.”
Una vez leído este manual le
dije:
- AGUSH- se puso de espalda y le pulsé
el botón de la espalda.
El robot empezó a dar muchas vueltas y
me asusté un poco, pero pocos minutos más tarde me dijo:
- Hola, me llamo Bopseli, llevo en este
mundo un par de años y no soy un humano.
Yo, al decirme esas cosas, me sorprendí
y le conté un poco de mi historia: cómo me llamaba, cómo había llegado hasta aquí…
-Hola, me llamo Principito y he visitado 7 mundos sin contar la Tierra. La Tierra
es el mundo que más me ha gustado y he venido hasta aquí porque ya me aburría.
Y he venido para visitar el último mundo e intentar hacerme un amigo.
Bobseli me contó su historia también y
me sorprendió mucho.
--Yo nunca he existido, pero gracias a
Travis Gump nací. Él me montó con piezas, me formateó y me trajo hasta aquí. Yo
también estoy muy aburrido ya que estoy solo y no tengo amigos.
Yo le pregunté: ¿Qué tal si fuéramos
amigos?
-Vale, pero primero te voy a enseñar un
poco de este mundo.
-Aquí tienes el autobús que sirve para
trasladarte de un lado a otro rápidamente. Un kilómetro más hacia delante nos
encontramos el parque, que es mi sitio favorito, ya que allí me divierto mucho
con los videojuegos. Bueno, ¿a dónde quieres ir?
-Quiero ir al parque para divertirme y
pasar un buen rato, para conocernos mejor y jugar- le respondí.
Cuando llegamos allí, el parque me
encantó. Era el parque más bonito que había visto jamás.
Cuando terminamos de pasar el rato,
Bopseli me dejó de hablar, dio una vuelta rápida, dijo otra vez ZIIIP y
desapareció. Yo no sabía lo que le pasaba, pero creo que se lo había comido una
boa.
ALEJANDRO
ROLDÁN GUERRERO
LA
TIERRA
Este era un planeta tan lejano que nunca se le tenía en
cuenta porque estaba a millones y millones de kilómetros de los otros planetas.
Este planeta es en realidad donde nací, pero a los cinco meses de mi nacimiento
hubo una guerra entre mi planeta y la tierra, y los antepasados de los
habitantes de la tierra pudieron llegar a mi planeta y destrozarlo. Mis padres
me metieron en una cápsula de emergencias, ya que si les pasara algo yo no
estaría y no me pasaría nada.
Así que he decidido
volver para saber cómo esta aquello. Al llegar vi a una mujer arreglando los
estropicios. Decidí acercarme a ella, y cuando me vio, me reconoció en seguida.
Yo no sabía de qué me podía conocer. Ella me cogió del brazo y me llevó a una
casa en medio de la nada. Al entrar me dijo que me sentara, que me iba a
explicar una historia. Empezó contándome que ella era mi madrina y siguió
explicándome lo que había sucedido aquel lejano día.
-Tus padres te mandaron a un planeta desconocido, en el que
vives ahora, supongo. Los del planeta tierra lo destrozaron todo y a todos,
pero yo tuve la suerte de refugiarme en el núcleo de este para que no me
hicieran daño. Tus padres, por desgracia, fallecieron, y solo quedé yo como
superviviente. Al cabo de unos días decidí salir para ver cómo estaba todo: el
planeta estaba destrozado. Así que con el material del núcleo de emergencias me
hice una casa y empecé a reconstruir el planeta--dijo la madrina con cara de
tristeza.
-Nunca pensé que habría quedado alguien vivo después de lo
sucedido-dijo el principito con cara de impresión.
Al rato de tomar el té, charlar y de que mi madrina me
enseñara el planeta, ella me propuso una decisión muy dura y difícil para mí,
me propuso quedarme allí para vivir juntos. Así yo le ayudaría a terminar de reconstruirlo.
En ese momento estaba indeciso, no sabía qué responderle. Por un lado no me
parecería mala idea, pero por otra parte no quería dejar mi planeta. Por tanto,
lo pensé y lo pensé y lo volví a pensar y al final pude tomar la decisión correcta:
decidí quedarme en mi planeta, porque lo consideraba mi verdadero hogar.
Después de decirle a mi madrina la decisión que había
tomado, la invité a venir a visitarme cuando quisiera. Al llegar a la tierra, donde
había caído mi capsula viajera, recordé todos los momentos felices que había
tenido durante muchos años y que nunca los iba a olvidar. Aquí es donde me he
criado, me he hecho mayor y fuerte. Aquí he aprendido muchas cosas, y he
sembrado y trabajado y también es donde tengo mi dulce hogar. Y pronto vendrá
más gente a este planeta y lo amará, respetará y lo cuidará tan bien como yo.
En este lugar tendré a mi familia y a mis amigos, para siempre. Y todo el mundo
será bienvenido.
ANA SANTOS
EL BEBÉ
Me encuentro
ahora en un extraño planeta, y por extraño me refiero a diferente a todos los
que he visitado antes, ya no solo por lo pequeño que sea, porque es muy muy
pequeño, un poco más grande que la habitación de una casa, sino también por su pequeño
habitante. No era nada menos que un bebé, un bebé muy travieso a pesar de su
dulce apariencia. Era blanco como la nieve, con unos grandes ojos y un pelo tan
rubio cual rayos de sol.
El bebé, así
como yo le llamo, pues no hablaba y no sabía su nombre, y nada más verme empezó
a gatear hacia mí. Yo no sabía qué hacer, lo tuve dándome vueltas alrededor de
los tobillos hasta que de un momento a otro se detuvo y me miró con sus tiernos
ojos, extendió sus manos y no tuve más remedio que cogerlo en brazos. El bebé
poco a poco empezó a cerrar sus ojos y yo suavemente lo solté sobre una gran
flor de color naranja.
Cuando me giré
para irme, porque sinceramente no tenía mucho que hacer con el pequeño, escuché
una voz que decía:
-¿Te vas tan
pronto?-
-Pero, ¡si al
final sí que hablas! - dije sorprendido.
En efecto, aquel
bebé hablaba y además, a pesar de su tamaño, lo hacía muy bien.
-Sí, me voy; no
hay nada que me retenga en este pequeño planeta.
-En realidad
sí, ¿ves aquello de allí? - me dijo.
- ¡Ah! Pero si
es la cuerda que me falta para el cordero.
-Sí... pero si
la quieres, deberás conseguirme ese melocotón de allí arriba. Si no, no te la
daré- me dijo en tono burlón
-¿El que está
en ese árbol tan alto?
-Sí, no he
comido nada en todo el día y como soy pequeño no lo puedo alcanzar.
-¿Y crees que
yo lo alcanzaré? Ese árbol es del tamaño de los Baobads de mi planeta.
-Bueno, ya te
las apañarás, si quieres la cuerda para tu cordero, claro está.
-Está bien,
veré lo que puedo hacer-
En ese momento
la mente se me quedó en blanco, no tenía ni idea de cómo subir a ese árbol. Empezé
escalando, que es lo primero que haría cualquiera, pero tenía la corteza
rasgada y pinchaba; mi segunda opción era coger al bebé en los hombros, pero
tampoco funcionó; luego probé a ponerme hojas en las manos y escalar
nuevamente, pero no hace falta que diga que fue una mala idea, pues me resbalé
por completo.
Hasta que miré
la cuerda para mi cordero y se me ocurrió la mejor idea del planeta, cogería la
cuerda para engancharla en una rama y subir agarrado a ella. Al principio todo
parecía ir bien, pues llegué hasta arriba, tenía el melocotón muy cerca, solo
tenía que extender los brazos y.... ¡ lástima, una especie de pájaro se llevó
el melocotón en la boca!
El bebé, al
presenciarlo todo, comenzó a llorar; lágrimas empezaron a salir de sus ojos e hice todo lo posible para consolarlo y fue
entonces cuando me acordé de que en mis bolsillos tenía unas cuantas ballas de
mi planeta, se las di sin pensar, y el pequeño dejó de llorar.
Con suerte, me
dio la cuerda para mi cordero y pude irme.
De nuevo en mi
pensamiento rondaba la idea de lo extraños que eran los adultos, pero acababa
de descubrir lo raros que pueden ser también los niños.
AITANA SÁNCHEZ
El SUEÑO
En el planeta del geógrafo las preguntas me invadían así que
empecé a preguntarle sobre los planetas y seres que lo rodeaban:
- ¿Hay algún planeta en el que no haya adultos? -le
pregunté.
-Sí, pero solo yo lo sé. Después de estudiarlo he comprobado
que hay un planeta llamado LOS MUDOS donde solo hay niños –dijo el geógrafo.
- ¿Por qué se llama así? –pregunté.
-Porque no hay adultos a los que darles explicaciones; es un
planeta solo para niños con cosas de niños. Cuando crecen se cansan y se van a
los planetas donde sí piden explicaciones porque ya son “adultos” –dijo
haciendo comillas con los dedos.
Realmente me quedé sorprendido, por una vez podría hacer lo
que quisiera sin necesidad de dar explicaciones y, además, podría trabajar para
el geógrafo, ya que ningún adulto iba a ese planeta porque se les hacía
demasiado aburrido. Seguro que sería un buen explorador. Así que le dije:
-Quiero ir, transpórtame, llévame, seré tu explorador. Serás
el primero en “descubrirlo” ya que a los niños no les creen.
-Bien, pero solo 2 días. Al segundo, presionaré el botón de
vuelta y me tendrás que contar todo lo que hayas visto, todo lo que hacen, cómo
son… -dijo con tono grave.
Me monté en una especie de máquina; creo que sería la que me
transportaría a aquel planeta. No me lo podía creer, era todo de color rosa y
azul. Había un montón de niños y un inmenso parque con millones de flores en un
jardín verde. Los niños eran bajitos, parecían todos iguales, solo se les
diferenciaba por el nombre y el pelo, pues cada uno tenía en el pelo tintado un
número diferente.
Comencé a dar vueltas, todo era igual, parecía que no me
había movido. Había un montón de casas con carteles diferentes: CASA DEL
TERROR, DE LA DIVERSIÓN, DE LOS RECUERDOS, DE LA TRISTEZA, DE LA FELICIDAD… eran
casas de las emociones. En ese momento se me acercaron unos niños y me invadieron
de preguntas. Una voz de pito sonaba en mi oído cuando sentí que mi cuerpo no
podía más y me caí al suelo. Cuando me desperté vi a 3 niñas iguales y con el
número 001, 002 y 003. Pensé que eran las mayores del grupo y las que llevarían
más tiempo, así que decidí hablar con ellas. Estas me enseñaron las casas de
las emociones y también me contaron como era su vida aquí… pero de nuevo escuché
un pitido muy fuerte y me desperté de golpe.
Sí, era todo un sueño, lo había sentido tan real que se lo
conté al geógrafo y este me dijo que era todo un sueño, pues solo existían
nuestros 7 planetas donde, quisieras o no, te pedían siempre explicaciones. ¡OJALÁ
NO HUBIERA SIDO UN SUEÑO!
LUCÍA JIMÉNEZ CRUZ
LA MARIPOSA
El principito
no ha parado de preguntarme cosas como “¿Dónde vivo?”, “¿Si es bonito?”, “¿Si
hay hombres buenos”. La verdad es que me empezaba a desconcentrar ya que tengo
que terminar mi trabajo. Entonces paré y le pregunté si me podía contar otra de
sus historias magníficas, y accedió.
Llegó al
séptimo planeta, este era algo raro. No había nadie pero de pronto se dio
cuenta que sí. A sus pies había un gusano en una ramita.
—¡Buenos
días!
—¡Buenos días!
¿Quién eres tú?
—Yo soy el
principito ¿y tú?
—Yo soy el ser
más bello del mundo.
El principito
se quedó extrañado ya que era solo un gusano.
—¿Y por qué un
niño está solo viajando por estos planetas?
—Pues porque…
—No, no, no me
sigas contando, no me interesa tu vida.
El principito
se quedó todavía con la duda y le preguntó:
—¿Por qué eres
el ser más bello?
—Bueno, la
verdad, es complicado. Tal y como soy ahora, no soy el ser más bello, pero
luego las personas se quedan enamoradas de mí, me dibujan, me enmarcan…
—Pero ahora
mismo no eres bello. Si luego te conviertes… Por cierto ¿en qué te conviertes?
—Verás, me
convierto en una mariposa, que es un ser precioso. Ahora mismo me verás feo y
gordo, pero cuando ha llegado mi tiempo me convierto en una mariposa.
—Pero ¿entonces
te mueres?
—No, no me
muero, me convierto. La belleza está en el interior. Primero soy un gusano
gordo y luego una mariposa preciosa.
Entonces, el
gusano empezó a encontrarse mal y el principito se preocupó. Él no sabía qué sucedía
pues parecía que se estaba muriendo y el principito comenzó a llorar. Y el
gusano se metió en un capullo. Asustado, lo espero para ver si sucedía algo, y
de repente salió una preciosa mariposa.
—Recuerda, la
belleza está en el interior.
El principito, después
de escuchar esas palabras, se marchó del planeta tras conocer a la mariposa más
bella del mundo.
TERESA JIMÉNEZ
HUERTA
COVID 19
Hace diez años fui a visitar el planeta
Ñuñu. En ese planeta, todas las personas que lo habitaban estaban confinadas. Me encontré a un virus
por la calle llamado Covid-19, que se metía en el cuerpo de la gente. El virus
era perjudicial porque se expandía por todas las personas. Era envidioso,
invisible y malvado, pues quería estar solo en el planeta y exterminar a todos
los habitantes. El principito quería conocerlo más y se puso a hablar con él:
- Porque me tienen miedo
- ¿Miedo de qué?
-Porque yo soy el causante de que estén
todas las personas de este planeta confinadas en sus casas. Soy el Covid-19.
¿No me conoces?
-Ah, pues no te conozco. ¿Qué quieres
conseguir?
-Quiero quedarme solo en el planeta
para pasear por todas las calles y que las personas no se relacionen con nadie
- ¡Qué triste! ¿No? Lo bonito de
la vida es que todas las personas sean amigos y se lleven bien. Debes saber que
algún día toda esa gente saldrá a la calle a celebrar tu derrota- dijo el
principito.
Terminaremos contigo y todas las
personas que nos hemos quedado encerrados en nuestras casas seremos los
vencedores, aunque la forma de vivir sea diferente a la que teníamos antes.
Además, seremos mejores personas.
DAVID RUIZ CASTRO