DE LA PALABRA A LA FRASE.
Era miércoles y teníamos taller así que nos tuvimos que ir al aula de informática. Allí todos cogimos los ordenadores pero no cargaba internet. Nosotros estábamos aburridos observando la pantalla del ordenador. A continuación, a mi compañera se le cayó una botella de agua encima y estaba todo empapado. La maestra empezó a decir que en el aula no se podía beber, que yo y mi compañera nos íbamos a quedar sin recreo: ella por beber y yo por reírme cuando se le había caído el agua. De repente le cogí un oído a esa maestra. En el recreo tuvimos que ir a buscar a la maestra y nos dio unos libros de textos para resumirlos. Mi compañera y yo comenzamos a vivir un recreo muy aburrido. Cuando pitó la sirena para irnos a clase nos tocó escuchar al tutor.
Todo terminó muy bien. Nos dijo que teníamos que ir a ayudar a las
limpiadoras a recoger el agua que habíamos tirado. Después de limpiarlo,
cogimos las cosas y nos fuimos a nuestras casas.
Encarna Lobo Morales y Macarena Mármol Moreno
LOS SEÑORES DEL BOSQUE
Una vez, en un bosque muy lejano, vivía un zorro llamado Pan.
Era un animal muy bueno y me dejaba que lo acariciara. Yo, algunas veces,
le llevaba comida y él se ponía súper contento. Un día, el zorro me llevó a un sitio muy oscuro que era
donde él vivía, era un lugar oscuro, feo y no había nada. El pobre estaba muy
solo, pero era muy bueno, no mordía ni dañaba a nada ni a
nadie. Cuando pasó un día se lo dije a mis amigas. Ellas se quedaron
asustadas, pero con el tiempo se dieron cuenta de que era muy cariñoso. Pan estaba muy contento de conocer a tantas personas, pero le
costó aprenderse los nombres, como, por ejemplo, el de Estefanía, porque era un
poco complicado.
Yo dejé de ir a visitar a Pan
porque él se vino a vivir conmigo y nos
lo pasábamos muy bien. Íbamos todos los días a pasear y de pronto nos apareció
una comadreja muy
bonita, blanca y marrón. La comadreja salió a correr, pero como íbamos todos
los días se acostumbró y dejó de
hablarnos. Se llamaba Martro, era muy cariñosa, divertida, y le gustaba jugar
mucho conmigo y con Pan. Tenía una casa
de lujo, con una familia increíble. El amigo de su tío era un dinosaurio, un poco antipático, que vivía en su casa, pero
no se relacionaba con nadie. Era feo y gruñón y le gustaba mucho la carne de zorro. Ese día
conoció a Pan y le cayó muy bien y se hicieron muy amigos. Una tarde de verano fueron a dar una vuelta.
Pan fue con el amigo del tío de Martro y estuvieron solos. Fueron a un lugar
muy oscuro. Pan estaba súper asustado con el dinosaurio. De pronto empezó a
acercarse para comérselo, pero menos mal llegó Martro, lo salvó y mató al
dinosaurio.
MACARENA MÁRMOL MORENO (2ºB)
DE LA PALABRA A LA FRASE
Fui a un circuito de motos.
Había un niño a mi lado y no lo conocía de nada. Le dije que cuál era su número
preferido en la moto y me dijo que era el ochenta y nueve. El mío era el
ochenta y cuatro, el de Dani Torres. El motorista suyo se cayó en la tercera vuelta. Fuimos a ver qué le había
pasado, porque se había caído de su moto. Todo había ocurrido porque cogió el
salto mal. Ya entablamos amistad con él y, cuando
acabó la carrera, me dio su número para quedar. Un día me llamó para quedar y fuimos
a dar una vuelta. Había un hombre
vendiendo cupones y le compramos dos. A la semana fuimos a ver si nos había
tocado y cuando le preguntamos nos dijo que sí. Nosotros fuimos corriendo a
mi casa a decírselo a mis padres y allí empezamos a pegar saltos de felicidad. La gente no
se lo creía porque nuca nos tocaba nada. Todo el mundo se reía y estábamos muy felices.
Jesús ( 2ºA)
DE LA PALABRA A LA FRASE
Últimamente iba mucho a casa
de mi amiga porque siempre que me hablaba me ponía unos emoticonos momitas. Yo creía que era para que fuera a su casa a
jugar, pero siempre que llegaba a su casa nos íbamos a un parque, donde nos
reuníamos más. Cuando ya estábamos todos,
jugamos al
escondite. No es el juego más divertido, pero por lo menos estábamos
entretenidos. Yo siempre la tenía que quedar, hasta que un día me cansé de
siempre tenerla que quedar yo , y le dije a mi amiga que no iba a jugar más
.Decidí sentarme en el banco para esperar a que ella y los demás terminaran de
jugar. Cuando estaban de camino al banco, vi una caja sin tapadera ,me asomé a
verlo y había un pequeño perro de color marrón .Llamé a mi amiga y se lo enseñé. A ella, igual que a mí, le encantó.
Lo cogí y me lo llevé a mi casa.
Después, mi amiga y yo
empezamos a escuchar música y nos tiramos un buen rato bailando. Mi madre subió
a decirnos que bajáramos el volumen de la música. Después vino mi
hermano y le abracé con pasión, porque llevaba tiempo sin verlo. Me dediqué a
cuidar a mi perro.
Angélica Martín y Rocío Macías
DE LA PALABRA A LA
FRASE
El otro día me encontré con
un gato
blanco con manchas marrones, era
pequeñito, muy pequeñito y le llamé Misifú. Todos los días venía a mi casa para
que le diera algo de comer. Un día por la noche no volví a verlo más, ya no
venía a verme y me puse muy triste. Le echaba de menos. Mis amigos me enviaron emoticonos para venir a verlo pero yo le dije que el gato se
había ido. Un día, cuando ya habían pasado siete días desde que lo vi la última
vez, volvió a aparecer y se quedó conmigo para siempre. Un día estaba durmiendo
o intentándolo, me rondaban muchas cosas
en la cabeza, cuando, de repente, oí un ruido: era Misifú que se
había escapado. Cuando amaneció, yo fui a buscarlo, pero no lo encontraba y me
fui a casa. Al llegar cogí mi móvil y puse un
mensaje en instagran, snapchat y Facebook. Una chica me envió un mensaje diciendo
que se lo había encontrado en la calle.
Quedamos para que me lo diera. Después de esto me dice muy amigo suyo.
Días después lo perdí otra vez,
me quedé mirando al cielo y vi una nube con forma de gato y, de repente,
escuché un maullido, miré hacia mis pies y vi al gato. Se vino conmigo y no se
fue nunca más.
Francisco Varela (2º A)
DE LA PALABRA A LA FRASE
Este verano he hecho muchas cosas: he ido a la
playa, al campo, he salido con mis amigos… pero, por desgracia, ya ha llegado
septiembre y… ¡no me gusta que empiece el instituto! El primer día que fui a
clase conocí a un niño que le decían “Caponato”
y era muy buen chaval y me hice amigo de él.
Al verano siguiente fuimos a
la playa juntos y conocimos a dos niñas muy guapas. Nos hicimos novios de
ellas. A mi novia le gustaban mucho los tatuajes y
cuando hicimos un año de novios, ella quería que nos hiciéramos un tatuaje con
la infinita y la letra inicial de nuestros nombres. Ese mismo día fuimos al
zoológico y un elefante se escapó de la jaula y
comenzó a romper cosas, pero vino un hombre con una pistola
tranquilizante, le pegó un tiro y se desmayó. Salimos del zoo y nos fuimos para la casa y ese día
decidimos tener un hijo. A los nueve meses nació el niño que lo llamamos Hugo.
A los dos meses de su nacimiento nos casamos.
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