Un curso más nos introducimos en el mundo de las letras para dar rienda suelta a nuestra imaginación, para elaborar relatos, poemas o piezas literarias de cualquier índole, y hacer disfrutar a los que las lean tanto como a los que las hemos creado. Comenzaremos esta andadura con los alumnos de 2º C.
Me convertí en una pizarra
Me desperté, como todos
los días, a las 8 de la mañana. Sentí unas
ganas tremendas de
saltar de la cama pero estaba en la clase y no me podía mover. En
ese momento me di cuenta de que no era yo, no tenía carne ni
piernas ni nada que se me pareciera. ¡ERA UNA PIZARRA! Estaba en
medio de la clase de lengua y alguien me golpeaba reiteradamente con
la tiza en la cara. Intenté saltar, girar. Mis compañeros y la
profesora vieron que yo había desaparecido de momento (con lo
interesado que estaba yo por una vez en mi vida en esa clase. Raro
pero verdad). Mi compañero de al lado, aprovechando mi ausencia, se
puso a copiar mis actividades mientras yo no estaba. Yo intenté
gritarle, saltar sobre él, todo lo intenté, pero no puede.
Al
descanso de clase me sentí humillado con toda la cara pintada de esa
rasposa tiza blanca. Pasaron los minutos y nada nuevo hasta que de
repente era el timbre del recreo. Di un salto de la silla, casi me
caigo del susto. Me había quedado dormido y me di cuenta de que todo
había sido un sueño. Al despertar sentí alivio, pero no dejaba de
pensar cómo había podido tener una pesadilla tan real. La culpa
de todo fue la tarde de ayer, cinco horas haciendo deberes. Nunca más
volverá a pasar.
Jesús Muñoz Pazos
Me convierto en unos guantes
Me desperté, como todos
los días a las 8 de la mañana sentí unas ganas tremendas de saltar
en la cama pero no podía porque me había convertido en unos guantes
de fregar. Entró mi madre y mi hermana y se preguntaron dónde
estaba yo. Mi madre cogió los guantes que estaban encima de la cama
y dijo:
Se dirigió hacia el aseo
y comenzó a limpiar los sanitarios con los guantes. Cuanto más los
mojaba más ganas me entraba a mí de hacer pipí . Llamaron a la
puerta y dejó los guantes en el interior del cubo inundado de agua.
Yo pensé que me ahogaba, que de allí no saldría jamás. Entre la
sensación de asfixia y las ganas de mear, pensé que me moría. De
pronto sentí un sudor desde dentro hacia fuera de mi cuerpo que me
hizo dar un salto de la cama. Salí corriendo hacia el servicio
porque pensé que no llegaba y allí estaban los guantes metidos en
el cubo. ¿Era yo o era una pesadilla? Ya era yo, me estaba
reflejando en el espejo, todo había sido una pesadilla.
Manuel Luque Atoche
Me convertí en unas gafas mudas
Me desperté, como todos
los días, a las 8 de la mañana. Sentí unas ganas tremendas de
saltar de la cama, pero caí al suelo y no podía ver nada, estaba
todo oscuro. De pronto, alguien me cogió y me limpió.
Sentía
cosquillas cuando me rozaban los cristales. Todo era reluciente y se
podía ver perfecto. Me colgaron de las orejas y me apoyaron sobre
la nariz. Sentí comodidad hasta que salí de casa, porque estaba
lloviendo y no paraban de caer gotas de agua sobre mi cuerpo
cristalino. Era agobiante , no podía ver nada, sentía un frío
gélido y creía que de un momento a otro me rompería en mil
pedazos. Me preguntaba por qué no podía hablar. Era una situación
muy trágica. Lo veía todo, lo analizaba todo desde las alturas,
pero había una cosa que me estaba matando, algo que no podía
superar: ¡NO PODÍA HABLAR!
Ana Pachón.
2ªC.
Me convertí en una pelota
Me desperté,
como todos los días, a las ocho de la mañana. Sentí unas ganas
tremendas de saltar de la cama y así o hice, pero dando botes: era
una PELOTA. Pensé que era un simple sueño, pues el día anterior
había estado jugando al fútbol durante toda la tarde, pero me di
cuenta de que no lo era cuando me entraron unas ganas tremendas de
ir al baño. Cuando llegaron mis dos hermanos pequeños al aseo, me
vieron allí y comenzaron a hablar entre ellos:
-¿Por qué
no jugamos al fútbol con esta pelota?-dijo el peque.
-¿Y si
jugamos cuando desayunemos?-le contestó Raúl.
Fueron a
desayunar sin preguntarse por qué yo, el hermano mayor, no había
aparecido aún por allí.
Yo sabía
que me iban a patear y creía que si me pinchaba se me quitaría
aquel aspecto. Así que decidí irme de casa rodando, pero debía de
romper la ventana para salir. Cogí impulso, reboté contra la pared
y rompí el cristal. Mi madre subió rápidamente y me vio allí con
algunos arañazos y pequeños cortes, pero ya había regresado a mi
forma natural. Los cristales me habían salvado de morir a patadas y
golpes. Cuando mi madre me vio, se enfadó mucho. No salí en mucho
tiempo a jugar al fútbol y, además, me quedé sin paga semanal
hasta que completé el coste del cristal roto.
Miguel Ángel
Me convertí en un reloj
Me desperté,
como todos los días, a las ocho de la mañana. Sentí unas ganas
tremendas de saltar de la cama, pero justo cuando hice el intento,
pisé un reloj. Inmediatamente lo cogí y lo puse en la cama porque
me llamó mucho la atención.
Estaba mirando la hora cuando, de
pronto, me vi en el interior de aquel aparato, me había convertido
en ese reloj que tanto me había gustado. Mi madre subió a la
habitación para volver a llamarme para el cole. Yo ya no estaba allí
y en mi lugar había un reloj extraño que no sabía de quién era.
Salió de la casa y se encontró con mi vecino a quien le entregó el
reloj sin más ni más, en agradecimiento por cortarle el césped,le
dijo. Yo maldecía desde mis adentros mi mala suerte: ¿Qué sería
de mí? ¿Adónde me llevarían sus pasos?. Mi vecino se dio cuenta
de que el reloj no funcionaba y decidió tirarme a la basura. ¡Qué
asco, Dios mío! Lo pasé muy mal...pero de pronto sentí la alarma
del despertador y logré escapar de aquella terrible pesadilla.
Agustín
Torres
Me convertí en un balón
Me desperté,
como todos los días, a las ocho de la mañana. Sentí unas ganas
tremendas de saltar de la cama pero el que bajaba dando botes por la
escalera no era yo, era un balón que llegó hasta la calle. Un niño
que me vio salír, se fijó en mí y me cogió. Era de cuero, del
bueno, y mis colores blanco y negro brillaban con la luz de la
mañana.
Sin saber
cómo pude escapar de las manos de aquel pequeño hasta conseguir
llegar a la puerta de mi casa. Entré de nuevo saltando y me cogió
mi madre. Fue una sensación agradable la de estar de nuevo entre los
brazos de mamá como si fuera un bebé.
A la media
hora mi madre estaba muy preocupada por mí. Llamaron a la puerta y
era el niño que me había cogido antes. Me madre me entregó a él.
Yo me sentía perdido: otra vez en la calle y sufriendo los golpes de
unos y otros. Hubo un momento en que sentí que me pinchaban, y justo
entonces desperté y comprendí que todo había sido un sueño. Por
fin volvía a ser humano.
Yeremy Mena
Me convertí en un osito de peluche
Hoy era otro
día de rutina. Me desperté por la mañana, fui al baño y me miré
en el espejo, casi me da un infarto. ¡No era yo, solo era un oso de
peluche!
No me lo
creía, ¿Como iba a ser yo un oso de peluche?
En ese
momento entró mi madre al baño con Leila, mi hermana pequeña de 3
años, Leila me miró y me cogió en brazos. Gritaba feliz por tener
un nuevo oso de peluche.
Mi madre
empezó a gritar mi nombre un buen rato hasta que al final llamó a
una amiga mía para ver si estaba con ella. Mis amigas sabían que si
mi madre llamaba para preguntar dónde estaba yo, decían que estaba
con ellas y que en ese momento no quería hablar.
Mi hermana
me llevó al colegio y todos sus compañeros me achucharon, me
babearon y me mancharon mi hermoso cuerpecito blanco de chocolate y
zumo.
¡Qué vida
más cruel me esperaba como un oso de peluche…! Pensaba yo para mis
adentros porque no podía soltar palabra por aquella boca de tela.
Leila me
acostó en mi cama y le dijo a mamá que su oso de peluche dormiría
en la cama de su hermana porque no estaba. Me quedé dormida
profundamente y cuando desperté corrí al baño.Todo había vuelto a
la realidad, al final había sido un terrible sueño.
María
Cabello
Me convertí en una CAMA
Me
desperté como cada mañana un poco tarde. Me sentí con ganas de saltar de la
cama, pero me di cuenta de que yo era la cama y pensé:¿Por qué ,
por qué una cama y no una piedra o cualquier otro objeto? Y volví a
pensar: ¿Será de tanto dormir o es que sigo soñando? No lo sé
pero lo descubriré.
De
repente me entró mucho frío. No sabía porque tenía esa sensación
si era una cama, si no tenía carne, pero mi dudas desaparecieron
cuando observé que yo estaba deshecho, que nunca hacía la cama y
que por eso había cogido frío.
Era
una de las frases más repetidas de mi madre:
--¡¿Pepito,
por qué nunca haces la cama?!
-¿Para
qué si luego la tendré que deshacer otra vez?. Es una auténtica
tontería hacer para, al poco rato, deshacer..
Aquella
misma mañana, mi madre se había ido muy enfadada ya que no tenía
respuesta a lo que le había respondido.
Entendí
que tenía que hacerme. Así que, con todas mis fuerzas, me puse a
achuchar, a estirar, a mover de aquí para allá, y veía como las
sábanas se iban colocando en su sitio. De pronto ¡PUF! desperté y
estaba tumbado en la cama, muy bien tapado y abrigadito. Qué feliz
me sentía al ser yo mismo de nuevo.Nada más levantarme, hice la
cama lo más rápido posible. De repente, mi madre llegó y se alegró
de que, por primera vez en mi vida, hiciese la cama. De recompensa me
dio dinero para que comprara lo que quisiese, y comprendí que no
tenía que replicar a las órdenes de mi madre nunca más.
Javier
Torres Cabello