jueves, 19 de febrero de 2015

Cuéntame un cuento

Volvemos a nuestros cuentos clásicos para reinventarlos. Ya lo hicimos con la nueva Cenicienta, ahora lo vamos a intentar con otras historias que seguramente conocéis.¡A ver si aciertáis el origen de los cuentos que hemos adaptado!


EL CUENTO DE LAS PIEDRAS MÁGICAS
Un niño vivía con su padre y su perro. Ellos eran muy pobres, así que tuvieron que vender el perro. El niño compró una piedra a cambio del perro. Su padre se enfadó y tiró la piedra, que se transformó en unas enormes escaleras. El padre y el niño subieron las escaleras y vieron un árbol que daba frutos de oro. Ellos iban todos los días a coger un fruto juntos, pero había un enano peludo que lo custodiaba. Un cierto día, el árbol se murió. El niño subió a escondidas de su padre y vio una planta que ponía semillas de oro y el niño las cogió pero el enano peludo lo descubrió y fue a por el niño. El niño bajó las escaleras lo más rápido que pudo y dijo:
-¡Papá, rompe las escaleras!
El padre cogió una bomba, la encendió y la tiró. El niño saltó fuera y el padre lo cogió al vuelo. El enano murió con la explosión y con las semillas de la planta plantaron más árboles. Así, el padre y el hijo tuvieron dinero para recuperar a su perro y vivir felices para siempre.
FIN
Javier Torres Cabello y Jesús Muñoz Pazos.




                                             EL CUENTO DEL BELLO DURMIENTE

Érase una vez una reina que tuvo un niño muy bonito. Lo iban a bautizar e invitó a todo el mundo menos al mago malvado. El mago le echó un hechizo de que a los 16 años caería de un caballo y se dormiría para siempre. Mataron a todos los caballos del reino. El día que cumplió los 16 años no le dejaron montar a caballo como sabía dónde había un caballo guardado y las hadas se fueron a vigilar el bosque. El niño aprovechó para meterse en el establo y se montó en el caballo. Cabalgó durante un rato, tiró de la riendas del caballo bruscamente sin querer., el caballo se levantó, y el niño se cayó se dio en la espalda y se durmió. El mago apareció al lado del niño, intentó reanimarle pero siguió durmiendo. El mago se echó a llorar ,y eso que era malo, pero lloro. El rey, el padre del príncipe fue corriendo a verlo. La madre llegó luego y se echó a llorar e intentaron hablar con el mago. El mago le dijo que el único remedio era que una princesa le diera un beso de amor.
Durante mucho tiempo estuvieron buscando una princesa que le quisiera. Encontraron una princesa que se llamaba Tamara, que fue al castillo y le dio un beso de amor verdadero. El chico no despertó con el primer beso, pero sí con el segundo, que fue seguido y largo. El príncipe y la princesa invitaron a la boda a todos los habitantes del reino. Todos vivieron felices y comieron en el Burger King .

Ángel y José Antonio (1º C)
 
LOS TRES PATITOS
Había una vez tres patitos que eran hermanos y se fueron por el mundo a conseguir fortuna.
El más grande les dijo a sus hermanos que sería bueno que se pusieran a construir sus propias cañas de pescar. A los otros dos les pareció una buena idea, y se pusieron manos a la obra.
--La mía será de rama de árbol - dijo el más pequeño-, la rama es blanda y se puede romper con facilidad. Terminaré muy pronto y podré ir a jugar.

El hermano mediano decidió que su caña sería de madera:

- Puedo encontrar un montón de madera por los alrededores - explicó a sus hermanos-- .Construiré mi caña en un santiamén con todos estos troncos y me iré también a jugar.

El mayor decidió construir su caña con metal.
--Aunque me cueste mucho esfuerzo, será muy fuerte y resistente, y estaré a salvo del tiburón. Le pondré una cuerda para pescar bien los peces del puerto y hacer caldo de pescado.
Cuando las tres cañitas estuvieron terminadas, los patitos cantaban y bailaban en el puerto, felices por haber acabado con el problema.

-¿Quién teme al tiburón, al tiburón, al tiburón?
- ¿Quién teme al tiburón, al tiburón?

Detrás de un gran barco del puerto donde pescaban los pescadores apareció el tiburón gritando:

-Patitos, ¡me los voy a comer!
El tiburón se encaminó a la caña de rama de árbol del hermano pequeño y de la cuerda tiró:

-¡Patito, ábreme la cuerda!
- No, no, no, no te voy a abrir.
 - Pues si no me abres... 

Y mordió con todas sus fuerzas, y la caña de rama se vino abajo. El patito pequeño corrió lo más rápido que pudo y entró en la casa del hermano mediano.

--¿Quién teme al tiburón, al tiburón, al tiburón?
--¿Quién teme al tiburón, al tiburón?--Cantaban desde dentro los patitos. 
 
De nuevo el tiburón, más enfurecido que antes al sentirse engañado, se colocó delante de la cuerda y comenzó a gritar
--¡Patitos, abridme la cuerda! 
--No, no, no, no te vamos a abrir.
-- Pues si no me abrís... la cañita derribaré. 
La madera crujió y cayó, y los dos patitos corrieron a refugiarse en la casa de su hermano mayor:
- ¿Quién teme al tiburón, al tiburón? 
- ¿Quién teme al tiburón, al tiburón? - cantaban desde dentro los patitos.
 El tiburón estaba realmente enfadado y hambriento, y ahora deseaba comerse a los tres patitos más que nunca, y frente a la puerta dijo:
  • - ¡Patitos, abridme la puerta!
    - No, no, no, no te vamos a abrir.
    - Pues si no me abrís...
    Y se puso a morder tan fuerte que los dientes le dolían de tan fuerte que estaba la caña de pescar era muy resistente y no conseguía derribarla. Decidió dejarlo por vencido. Se deslizó hacia abajo... Y cayó en el caldero donde el patito mayor estaba hirviendo sopa de pescado. Escaldado y con el estómago vacío salió huyendo hacia el lago. Los patitos no lo volvieron a ver. El mayor de ellos regañó a los otros dos por haber sido tan perezosos y poner en peligro sus propias vidas, y si algún día vais por el bosque y veis tres patitos, sabréis que son los Tres Patitos porque les gusta cantar:
    - ¿Quién teme al tiburón, al tiburón?
    - ¿Quién teme al tiburón, al tiburón?
FIN
Basado en el cuento de los tres cerditos.
Hecho por: Ana Pachón y Estela Atoche.




El cuento de Chaqueduende.

Érase una vez un elfo muy bonito. Su hermana le había hecho una chaqueta roja y el duende la llevaba tan a menudo que todo el mundo lo llamaba “Chaqueduende.”

Un día, su padre le pidió que llevase unos neumáticos a su cochera que estaba al otro lado del bosque donde vivían, recomendándole que no se entretuviese en el camino, porque cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre estaba acechando por allí el cazador de duendes. Chaqueduende cogió la los neumáticos con una carretilla, y se puso en camino. Él tenía que atravesar el bosque para llegar a la cochera de su padre. De repente vio al cazador de duendes y se escondió entre los arbustos, pero su chaqueta lo delató y fue capturado. Él fue llevado en una jaula de hierro hasta llegar a la cueva del “cazaduendes” y allí fue atado. Vio que el “cazaduendes” era en realidad un gato con un gran disfraz. El duende recordó que su padre le había dado un silbato especial que solo lo podían oír los duendes, él lo utilizo y enseguida vinieron una gran horda de duendes que apalearon al gato y liberaron a Chaqueduende. Al fin, el duende pudo llevar los neumáticos a la cochera y regresar sano y salvo a su casa.

FIN

Basado en Caperucita Roja.
 
Hecho por Javier Torres Cabello 1º C

 

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