Comienza
un nuevo curso para poder escribir y compartir nuestros textos. Los
alumnos de primero de ESO van a abrir el programa de creatividad con
una variante de la actividad DE LA PALABRA A LA FRASE.
¿En
qué consiste este juego?
Invito
a mis alumnos a que traigan un objeto de su casa :algo que les traiga
buenos recuerdos, algo que les guste, que lleven siempre consigo...
Todos esos objetos los vamos metiendo en un baúl, el baúl de las
palabras. A continuación, una mano inocente irá sacando un objeto
cada tres minutos y los alumnos deberán ir formando un texto donde
aparezca el nombre de ese objeto y así hasta que saquemos seis. La
última pieza que extraigamos servirá para finalizar nuestro
relato, poema, cuento o carta.
Espero
que disfrutéis y que los pongáis en práctica.
¡DAD VIDA A VUESTRA
IMAGINACIÓN!
El coche de juguete
Un
día, mi hermano y yo vimos una estrella fugaz y , rápidamente,
pedimos un deseo. Mi hermano pidió un coche y yo, una moto.
Al
día siguiente, en el colegio, estuve coloreando una moto. Luego, la
recorté con las tijeras que me prestó mi compañero y , por último,
la pegué en mi cuaderno. Estaba tan obsesionado con la moto que cogí
una piedra plana y coloreada que me había prestado mi hermano y
allí mismo volví a pintarla. ¡Qué bonita me quedó! Me podía
servir de pisapapeles.
Al
rato, mi hermano descubrió que le había pintado su piedra y se le
rompió el corazón, porque,justo en ella, había decidido él pintar
el coche que tanto deseaba. Apenas quiso comunicarse conmigo durante
todo el día y solo lo hicimos con papel y lápiz.
Al
día siguiente fui a la juguetería a comprarle un coche de juguete.
Se lo merecía, es mi hermano y lo quiero tanto que no quería verlo
triste. ¡Qué feliz se puso!
David Jiménez Cañete
En las noches de verano
En
las noches de verano, en la terraza de mi casa, miro las estrellas
que iluminan en inmenso y hermoso cielo. Cuando voy en el coche de mi
abuelo, me quedo mirando por la ventana lo que me rodea y las sigo
viendo a ellas, las estrellas. En las noches de calor las dibujo, las
coloreo, las recorto con mis pequeñas tijeras de papel y las coloco
en las paredes de mi habitación, las estrellas, y me imagino que es
el cielo y lo puedo tocar con mis manos.
Hoy
ha sido un día perfecto y me he ido a recolectar piedras para mi
habitación, y sobre ellas, con mi pincel, he dibujado de verde, de
rojo y de azul nuevas estrellas.
Ana Valle
El bosque
Estaba
en aquel bosque contemplando las estrellas cuando, de pronto, oí un
ruido intenso y ronco. Me dirigí hacia él y de pronto vi que se
trataba de un coche que alguien había dejado abandonado. Miré
dentro y comprobé que había objetos esparcido por los asientos:
unas tijeras rotas, un maletín, una piedra dibujada con un gatito
tan pequeño que me rompió el corazón.
Justo
antes de irme, me encontré una carta. Parecía antigua, porque
estaba escrita con pluma y no era de papel corriente, sino de
pergamino. Decía así: “ Si encuentras la piedra dibujada con el
gato, pronto serás millonario. Esa piedra es un cofre que se abre
con la llave que está detrás del árbol más impresionante. “
Jesús Tejada
Un pequeño malentendido
Aquella
noche me adentré en el bosque y desde la arboleda escondida vi en el
cielo una bonita estrella. Me estuve fijando un buen rato, porque era
muy llamativa. Tanto perdí la noción del tiempo que me sobresalté
cuando escuché un pitido estridente. Parecía que era un coche, pero
me extrañaba encontrar por aquel lugar tan recóndito un vehículo.
Pero sí, era un coche y dentro había un hombre con un aspecto
bastante raro. Salió del coche y pude ver que llevaba en las manos
unas tijeras. Comenzó a avanzar hacia mí y yo me asusté tanto que
comencé a correr sin saber hacia dónde iba. De pronto tropecé con
una piedra que tenía un corazón roto pintado.¡Qué oportuna la
piedra!-pensé para mis adentros.
--¡Ha
perdido sus tijeras, señorita!--gritaba el hombre mientras se
acercaba.
Poco
a poco me di cuenta de que no era peligroso, que no venía a hacerme
daño, sino que creía que aquellas tijeras, que yo no había visto
en mi vida, me pertenecían. No tardamos mucho en escuchar a una
señora que venía detrás pidiendo las tijeras que se le había
caído junto con otras cosas. ¡A buenas horas!
Ángela Bermúdez
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