ROMPER EL HIELO: DE LA PALABRA A LA
FRASE
Los alumnos del Taller de Escritura
Creativa de Primero han realizado pequeñas composiciones de manera
espontánea a partir de cinco palabras que se les han ido entregando
en márgenes de tres minutos. Sin saber cuál venía a continuación
redactaban su historia y al llegar la siguiente palabra le buscaban un hueco,
la adaptaban para que cupiera en ella. Aquí vemos algunos de estos
pequeños relatos.
Reme Romero
Aquella persona quizá fuera el amor
de mi vida. Sí, lo era, pero yo todavía no sabía si me quería o
no.
Ese mismo día me fui a montar a
caballo por el campo y me
lo encontré allí montando en bici con sus amigos.
Sentí que el corazón se me
abría en dos partes, sentí que quería hablar con él, pero no era
capaz. Él, sin embargo, se acercó y directamente me preguntó si
quería ser su novia. Yo le dije que sí.
Nuestra relación ya dura algunos años
y me da mucha alegría porque hoy
sigo pensando que es el amor de mi vida.
Natalia herrera Díaz
La clase
es un lugar frío al que a ningún niño le gusta ir. Allí solo
encontramos objetos como estuches,
lápices, mesas, sillas y nada más interesante que esto. Además,
los profesores solo se dedican a dar lecciones nada interesantes,
sobre animales, números, palabras, ciudades, ríos...
Sin embargo, hay
algo que sí nos gusta: salir al patio a jugar o simplemente a
contemplar las rosas y los
árboles. Este sitio sí es
agradable porque nos divertimos y
nos depejamos.
Andrea Sánchez
En
el cielo
hay muchas nubes, algunas grandes, otras más pequeñas, algunas de
color blanco, otras de color gris, algunas con forma de animales y
otras en forma de objetos. Y allí estaba yo contemplando esa imagen
aquella tarde agradable
de verano bajo la inmensa sombra de un enorme árbol
cuando me encontré a mi pequeña mascota, un perrito que se acercó
a mí para dame compañía y amistad.
Era
un día de felicidad
para todo el mundo,
porque acababa de empezar el verano y había terminado el colegio.
Ángel Suárez Andrade
Aquella
noche oscura me dirigí hacia el bosque y fui a mirar en el interior
de la cabaña. Tenía mucho frío, miedo
y sentía escalofríos. De pronto escuché unos pisotones y
rápidamente fui a ver quién era. No me lo podía creer, eran las
hueyas de un gigante y
a su alrededor había rosas.
Todo parecía muy raro, así que regresé a la cabaña , cogí mi
estuche y
empecé a escribir sobre lo que había visto y sobre mi caballo.
Raquel Sánchez González
Era
muy temprano, necesitaba luz, pero se habían apagado los plomillos.
Todo estaba muy oscuro
y , como no conocía la casa, me perdí. Me puse a buscar una
linterna cuando, de repente, encontré a mi primo, con el que tengo
una gran amistad,
que chocó conmigo. No se veía nada, no se escuchaba ni una mosca,
solo se respiraba paz
y tranquilidad.
De
repente se encendió la luz-¡Qué felicidad!-
y ya pude arreglarme para ir al colegio, pero justo cuando entré
en la clase se volvieron a fundir los plomillos. ¡Vaya casualidad!