La bombilla leed
Me levanté iluminado, sudoroso, con una luz blanca que me cubría
el cuerpo, me sentía colgado. De pronto entró mi madre al cuarto y vio la luz encendida.
Yo empecé a gritar “¡mamá, mamá!” tan alto que se fundió la bombilla. Mi madre
sintió como si no estuviera sola en el cuarto y salió pitando de allí.
Cuando me di cuenta estaba en el instituto a primera hora, me
desperté por las voces de Patro explicando los sintagmas.
Mohamed
¿Soy una bombilla?
Una mañana me desperté con calor, escalofríos y sudoroso. Tuve un sueño muy raro, trataba sobre que me convertía en una bombilla.
Ese sueño fue como una alucinación. Esa noche fue una las peores de mi vida. Soñé que era una bombilla, que me habían comprado recientemente. Era la bombilla de la lamparita de mi mesita de noche. Era una nueva marca japonesa.
Un día se fue la luz en casa y era como si hubiera fallecido. Cuando volvió la luz es como si hubiera vuelto a la vida. Esa noche se me hizo eterna. Estuve una semana en el sueño, pero en realidad solo fue una noche.
El sábado de mi sueño ya se iba de forma intermitente la luz, pero el desastre fue el domingo con un apagón total ¡pumm! Mi casquillo de la bombilla se reventó y ahí fue cuando me desperté. Este sueño lo convertí en un libro, que, por cierto, fue el bombazo del año.
Iván Andrade Cano
Un
par de plumas azules
Una mañana me desperté muy raro, sentía como que todas las cosas
eran más pequeñas y cuando intenté bajar
de la cama vi mis patitas pequeñas. Bajé de un salto, me hice algo de daño al
caer, pero daba igual… bueno ¿por dónde iba? A sí, fui y me miré en el espejo y
cuando me vi me quedé impresionado: me había convertido en un pájaro- azulejo.
No quería salir de mi cuarto para que no me vieran y me acordé
de que por la noche me había levantado para abrir la ventana. Como aún seguía abierta, me escapé por ahí.
Me posé en un árbol porque ya estaba cansado de volar y además ya me había chocado un par de veces, y me dolía un poco la
cabeza.
Llegué al instituto un poco mareado y me posé en el gran reloj
que hay en la entrada. Todo el mundo se me quedaba mirando impresionado, como
si nunca hubieran visto un pájaro.Cuando nadie miraba, entré dentro del
instituto. Allí, unos niños me vieron y se pusieron a perseguirme, pero me pude
encapar al entrar justo ante de que la maestra cerrara la clase. Menos mal que
no me cogieron, si no, no os estaría
contando esto… pero, sin irme por las ramas, seguimos.
Bueno, cuando entré en clase, todo el mundo se quedó mirándome. En el momento que vi a la profesora
levantarse, me cogió con mucho cuidado y me metió en la antigua jaula de la
mascota de la clase -- vamos a dejar un minuto de silencio por ella.
Bien, sigamos con la historia…. Escuché a la profesora decir que
ya habían encontrado una nueva mascota; pero, justo cuando no miraba, me escapé
por la ventana y me dirigí a mi casa. Al llegar a la ventana
me choqué con el cristal y caí en el césped.
No sabía cómo entrar en la casa sin que me vieran, así que cuando mi
padre salió para regar las plantas del jardín entré en la casa y me posé detrás
de una maceta con grandes hojas verdes que tapaban mis plumas.
Ya eran las diez de la noche y seguía detrás de la maceta sin
moverme, solo les escuchaba decir que dónde estaría, que si me habría pasado
algo y muchas otras frases… Bueno, cuando se fueron a la planta de arriba para
irse a dormir, subí volando pero escuché unos pasos y me fui para el techo donde
me quedé volando.
Mi padre ya subió para arriba con su vaso de agua, que era para
lo que había bajado, subí y me posé en mi cama y me quedé dormido.
Cuando me desperté era una persona normal, mi madre entró de repente
en el cuarto y me preguntó qué hacía allí pues no había entrado desde hacía dos
días en casa. Me riñó durante un buen
rato, pero esta parte me la salto. Bueno, después me fui a la escuela y esa ha
sido la razón por la que falté a la escuela ayer.
Fran Varela
¿QUÉ PASARÍA SI MAÑANA ME
CONVIRTIERA EN PELUCHE?
Me desperté muy inquieta, sudando, no sabía lo que me
ocurría, pero me miré al espejo y ¡bú! me había convertido en un oso de peluche.
Mi madre llegó a la habitación y vio
un oso de peluche en mi casa y se preocupó mucho al no verme a mí. Empezó a
llamar a mi padre como una loca, pero nadie sabía dónde yo estaba. Le intenté
decir que ese oso que había en mi cama era yo, pero mi voz no alcanzaba a que
me escuchara.
De pronto me cogió y me tiró al
suelo. Cuando se fue, empecé a caminar despacio, con mucho trabajo para subirme
a la cama de nuevo, pero volvió a entrar y se quedó sorprendida al verme subida
de nuevo en la cama. Mi madre me tiró a la papelera, pero, cuando llegó mi
hermana, me cogió y empezó abrazarme con mucho cariño; a ella le gustaban mucho
los peluches. Yo me sentía agobiada, pero a la vez muy feliz al saber que mi hermana
me había rescatado de aquel lugar espantoso. Mi madre al verle a mi hermana ese
peluche se lo quitó inmediatamente, porque era muy extraño, pero mi hermana
empezó a llorar. Al día siguiente, yo me fui de mi casa, a la casa de mi amiga,
para que no se dieran cuenta de que yo volvería aparecer. Cuando mi hermana se
despertó empezó a llorar de nuevo al ver que yo no estaba. Mi madre ya no sabía
qué hacer porque mi hermana no paraba de berrear, Yo tuve que volver de aquella
casa tan maravillosa, porque me daba mucha pena. Me acosté y al día siguiente
todo volvió a la normalidad.
MACARENA MÁRMOL MORENO, 2ºC
El maligno
Aquella mañana, cuando iba al instituto, mi madre entró a mi
cuarto y vino a llamarme, me vio y se asustó mucho; ella no sabía lo que me
pasaba. Llamó a mi padre y me dijo que fuéramos al médico rápido antes de que
me pusiera peor. 3 horas después ya estábamos en el médico, la gente me miraba
rara, le preguntaban a mi padre qué me pasaba. El médico me dejó entrar antes
que a los demás. Cuando estábamos en la consulta les dijo a mis padres que esa
enfermedad no tenía nombre, era una especie de mancha blanca, que la tenían 20
personas en el mundo y que había que operarme rápidamente. Fueron a quirófano y
tardé 12 horas en salir. Gracias al médico era un niño normal. Me dio el alta y
nos fuimos a mi casa.
Jesús Gómez