Aún nos quedaban algunos textos en el tintero. Espero que durante este verano a nadie se le olvide leer, escribir y sobre todo disfrutar del tiempo libre de la mejor manera posible. Deseo que seáis muy felices y vengáis con fuerzas en septiembre, eso sí, me tenéis que traer todas vuestras creaciones para compartirlas con el resto de la humanidad.
Soy el guardián
y cuando llega la noche,
cuando mi lecho se cubre de sueños,
cuando tus párpados ocultan sus negros luceros,
yo los guardo y los apreso.
Y por la mañana, a la luz del albor,
abro los barrotes y los libero
para que cubras con ellos
cada surco de mi piel,
cada pétalo de mi boca,
cada hebra de mis cabellos.
Soy el capitán de tu nave bravía
y subida a tu barco
navego entre las ondas de tus caderas,
entre peces y corales,
gotas de plata y piel de fresa,
y surco los mares de tu alma
hasta que me hundo y naufrago contigo
hasta lo más escondido,
hasta lo más profundo.
Cuando huya
Cuando la noche oculte mi cuerpo y mi sangre quede fría,
no quiero que mis versos queden en el olvido,
no quiero que mis versos queden escondidos;
y como río deseo que fluyan por los senderos,
por los caminos tortuosos de otras vidas,
de otros corazones y otros mundos.
Cuando huya de mi vida la luz del día
y la noche se acerque con su pesado manto negro,
no quiero que mis versos mueran conmigo,
no quiero que la tierra pese sobre ellos
ni me hagan compañía en mi lecho eterno.
Como semillas al viento deseo que caigan esparcidos
sobre los campos, sobre mis hijos y mi gente,
sobre la tierra donde nací,
sobre la que velará mi muerte.
Y cuando llegue la primavera, broten palabras al aire,
palabras de amor y de vida,
de sentimientos profundos
con lágrimas y alegrías;
palabras de desengaños, de amores y pasiones,
de nostalgias y fuegos encendidos,
palabras, solo palabras...
Patro Navarro
Con
su piel rojiza en lo altanero, exuda sales que vienen del arroyo del
Infierno, del
arroyo del Término y del río Frío, le gusta mecerse
con el
viento sin el ruido de los
álamos ni de los chopos, ni
siquiera el de la grácil hoja de
los fresnos.
Se
siente a gusto con la adelfa, con el carrizo o las cañas y
como
músico sin instrumento
acompaña el concierto de viento y flautas de
siringes
variadas. Mientras, aplauden el
junco y la juncia.
Poco
puede destacarse, le han dicho a veces que tiene hechuras de mimbre
flexible como un cuerpo en plenitud, y hasta el olmo alguna vez,
antes del virus aniquilador, compartió momentos en el tiempo y en el
espacio. Cerca de una atalaya malagueña comienza su diáspora junto
a las aguas del Corbones y conforme transcurre cuenca abajo se van
cargando de sales, sales que quizás provienen de sudores y anhelos
de la gente de ribera.
Acompaña
en silencio, dando un corredor verde refugio de martines pescadores,
carriceros, verderones y millones de seres de armadura y coraza. Sabe
vestirse como las mujeres de su casa con galas modestas y cuando lo
hace, amigos, nos damos cuenta de su existencia, del discreto, del
inadvertido, del que nos da la lección de humildad. Hablamos del
taraje.
Manuel Cabello
MI SUEÑO
Al
cerrar los ojos, veo que estoy como en otro mundo, en el que todo es
fantástico.
Yo
estoy en una casa enorme, completamente echa de cristal,
situada sobre una roca inmensa que flota en el espacio, por la
que pasa un río que va a parar a la nada. Esa gran
piedra es una de las miles que hay en ese lugar, habitado por
animales fantásticos como los centauros, los grifos, las sirenas...
Esos
animales no me tienen miedo, ni yo a ellos, son como mis amigos en
ese fantástico lugar.
Me
despierto tumbada en el suelo de la única habitación que hay en
esa casa, me levanto y me dirijo al ventanal desde donde se ve el
amanecer del día, el poblado entero y a los pequeños animales
jugando.
Salgo
de la casa y sin ningún tipo de hélice pero como un pájaro,
vuelo por encima del mar, por las nubes, por el cielo, por dentro de
las cataratas... con los pequeños grifos.
Me
desplazo sobre el mar, sobre el aire, sobre las nubes...como hacen
los renos.
Juego
por debajo del mar sin ningún tipo de aleta ni de botella de oxigeno
con las pequeñas sirenas.
Rocío
González Asencio
UN
MUNDO PACÍFICO EN EL AIRE
Todos
desearíamos un mundo diferente con personas distintas, en el cual
viviésemos sin superficie terrestre.
Las
casas a gran altura y sin cimientos, objetos suspendidos en el aire.
Tendría
tal hermosura las vistas del arco iris y las puestas de sol desde tan
cerca que todo sería estupendo.
La
facilidad de llegar a destinos lejanos sería muy grande, porque
levaríamos propulsores en la espalda.
El
viaje no sería igual, se contemplaría todo el paisaje con montañas
moviéndose libremente por el aire.
En
este mundo no existiría la palabra guerra ni violencia, solo habría
felicidad.
Por
desgracia la realidad no es la misma, hay muchas guerras y violencia,
avaricia y pobreza, pero todas estas acciones humanas no superarán
al tesoro mas grande de este mundo.
“LA
MENTE”
Adrián Cordobés